jueves, 29 de diciembre de 2011

Las cuentas de Su Majestad: En picos, palas y azadones....

De acuerdo con la Constitución, la Casa del Rey recibe anualmente una nada despreciable asignación dineraria a cargo de los presupuestos generales del estado. Y de acuerdo también con la Carta Magna, S.M. el Rey puede disponer libremente de lo asignado a su casa sin obligación de rendir cuentas del destino de esos caudales ante ningún organismo fiscalizador. Esta ausencia de control de unos dineros salidos de los bolsillos de todos los españoles es uno de los muchos disparates que trufan nuestra ley de leyes. Situar al Rey por encima del bien y del mal no es algo que guste a ningún español y contribuye notablemente a dar solidez a los argumentos, no siempre insensatos,  con los que muchos reclaman el advenimiento de la Tercera República negando legitimidad a la vigente monarquía y equiparando a la familia real con una panda de gorrones irresponsables.
Tras treinta años de un oscurantismo "plenamente constitucional" en los que el destino de esos dineros ha sido un secreto secretísimo, y a raíz de las "poco ejemplares" aventuras empresariales del señor duque de Palma,  la Casa del Rey, sin duda abochornada por sus injustificables silencios ante los desvaríos legales del "yerno de S.M.", tuvo a bien anunciar a bombo y platillo que antes de final de año se harían públicas las partidas que conforman el presupuesto, aunque no se darían detalles de los gastos personales de los  miembros de la familia real. Como lo prometido es deuda y nobleza obliga, los tan esperados números se hicieron públicos  y todos los ciudadanos se han lanzado sobre los periódicos  para matar el gusanillo de una curiosidad no siempre exenta de morbo. La desilusión ha sido enorme.
Cuentan que, tras las victoriosas campañas en Italia que le hicieron pasar a la historia como el Gran Capitán, don Gonzalo Fernández de Córdoba se sintió terriblemente ofendido por la "mezquina pretensión" de Fernando el Católico de hacerle rendir cuentas de los gastos de sus campañas, y, a modo de protesta, le envió un memorando con sus famosas cuentas: "En picos, palas y azadones he gastos cien mil millones....."  En la ocasión que nos ocupa parece que ha sido el monarca el que se considera ofendido por tener que dar cuentas del destino del dinero y con una falta de seriedad impropia de su noble cuna,  responde a la demanda del pueblo soberano con respuestas del estilo de:"En gastos de personal, cuatro millones de euros....", "Como asignación a las mujeres de mi familia,  trescientos setenta mil euros ....."  "Para gastos imprevistos doscientos mil euros... ", En gastos de representación, míos y de mi heredero, doscientos veinticinco mil  euros.." etc. etc.
Si increíble parece la ridícula pretensión de que la publicación de unos cuantos  números sobre los grandes capítulos del presupuesto suponen rendir cuenta de los gastos de la Casa Real, más increíble aún es la asombrosa unanimidad con la que la mayor parte de los  medios  y de los  agentes sociales han dado por buenas las cuentas y han alabado el "generoso proceder del Rey". Parece que, en lugar de ciudadanos, en el país solamente existiesen súbditos obedientes y cortesanos agradecidos. Bien harían algunos en meditar sobre el flaco favor que  la ausencia de críticas por parte de los que dicen defenderla hace a la credibilidad y legitimidad de la institución monárquica.

viernes, 23 de diciembre de 2011

En loor del fumador.

Los humanos somos poco dados a aceptar de buen talante que se  nos retiren derechos, se nos prohíban usos o se discutan nuestras tradiciones. La historia es pródiga en ejemplos de las grandes dificultades que suelen entrañar para los gobernantes los intentos, generalmente amparados en motivos muy loables, de hacer desistir a sus gobernados de algunos hábitos  más o menos reprobables y más o menos inveterados.
Sería maravilloso poder conocer los pensamientos que rondaba por la cabeza del  muy ilustrado don Leopoldo di Gregorio cuando, en los primeros días de abril del año 1776, embarcaba en el puerto de Cartagena rumbo a Nápoles. Seguramente el señor marqués de Esquilache, Squilacce en su italiano natal, estaría intentando digerir el que un vulgar tumulto protagonizado por el populacho de Madrid le hubiese hecho perder el favor de Carlos III y lo obligase a abandonar España.
Aquel afamado motín, que logró que el título de don Leopoldo haya estado desde entonces entre los más populares de nuestro país, tuvo su verdadero origen en la desesperación del pueblo por la carestía del pan, desesperación que fue convenientemente instrumentalizada contra el marqués por los intrigantes de palacio, pero fueron las ordenanzas que prohibían el uso de chambergos y capas largas las que actuaron como detonantes y desencadenaron la ira del populacho contra el todopoderoso ministro del rey. Las víctimas más directas de la algarada fueron un par de docenas de soldados de la odiada Guardia Valona, que pagaron con la vida el cumplir con su obligación de defender el Palacio Real; el populacho madrileño, como anticipo de un comportamiento que se generalizaría durante la invasión napoleónica, descuartizó y echó a la hoguera a los desdichados guardias que cayeron en sus manos.
Hay que  tener en cuenta que el denostado marqués, que había sido el artífice de las notables mejoras urbanísticas que hicieron que Carlos III pasase a la posteridad como "el mejor alcalde de Madrid", no era el padre de las ordenanzas que intentaban modificar el atuendo popular, su error fue empeñarse en hacer cumplir unas normas, vigentes desde tiempo atrás pero ignoradas por todos, que pretendían impedir que los maleantes escondiesen las armas bajo las capas y los rostros tras los embozos y las alas de los chambergos.
Desde hace muchos años, alcaldes y delegados gubernativos de toda España saben muy bien que cualquier intento de erradicar el consumo masivo de alcohol en la vía pública, consumo masivo que caracteriza a las populares botellonas, suele terminar en alteraciones del orden público (el clímax se alcanzó en los desórdenes acontecidos en  Cáceres en el año 1991).  Se trata las más de las veces de rebeliones que, salvando el hecho de que las muchedumbres desmadradas ya no descuartizan a los guardias, podríamos muy bien equiparar con el motín madrileño que acabó con la carrera española del marqués de Esquilache. Estos motines, que se han plasmado en numerosos enfrentamientos de los bebedores gregarios con las fuerzas de orden público, han logrado que las ordenanzas municipales que intentan combatir las botellonas sean, al menos en un buen número de nuestras ciudades, simples papeles mojados. Poco ha importado, ni importa, a los rebeldes alcoholófilos y a las claudicantes autoridades, que al amparo de los botellonas proliferen riñas con armas blancas que dejan cada año un buen número de muertos y heridos,  y que en ellos se inicien en un consumo desenfrenado de alcohol muchos de nuestros menores.
La resistencia violenta a los intentos de control del consumo de alcohol en la vía pública contrasta con la resignación educada y civilizada con la que los fumadores han ido aceptando los sucesivos envites a su libertad que el furibundo talibanismo antitabáquico ha ido propiciando al amparo de criterios sanitarios no demasiado científicos y a imitación del pseudopuritanismo anglo americano. Expulsados del interior  de bares y restaurantes, los sufridos consumidores de Ducados y L&M componen escenas  patéticas en las inefables terrazas improvisadas a las puertas de los establecimientos. Soportando el frío, el viento y la lluvia, aquellos que fueron siempre los más fieles y rentables clientes de la casa, contemplan por las ventanas unas barras medio vacías a las que ellos  no tienen acceso por estar reservadas para los enemigos del humo, que muchas veces brillan por su ausencia.
Es cierto que el consumo de tabaco no es recomendable, es cierto que la relación del tabaco con la EPOC y con el cáncer está claramente establecida, es cierto que en locales mal ventilados el humo del tabaco es inaceptable. Pero entre todo ello y la histeria del "fumador pasivo" que ha conducido a las prohibiciones actuales, media el derecho a gozar de esa libertad que permite a cada humano aceptar voluntaria y conscientemente los riesgos  que conllevan una buena parte de sus actividades. sean estas laborales, deportivas o lúdicas. Sería maravillo que los enemigos del humo se mostrasen tan respetuosos con los derechos de los fumadores como respetuosos han sido ellos con unas normas que, con motivaciones pretendidamente sanitarias,  han cercenado sus libertades.

martes, 20 de diciembre de 2011

Patria y Patriotismo. Emilio Díaz Rolando

Entrada tomada prestada del  blog de Emilio. "Libro de Cuentas"
Conceptos como Patria y Patriotismo suelen precisar de las mayúsculas. Los hunos hinchan su pecho mientras la mente se empina hacia el ondear de las banderas y los héroes, hacia la divinidad protectora y el humo de la pólvora que la difunde, hacia el dulce vino del pasado glorioso. Los hotros, aunque abominen aparentemente de conceptos tales, retienen también su simbología y sus ansias. Presumen de sus banderas, sus divinidades, sus héroes, el humo de sus pólvoras y la esperanza embriagadora de un futuro en Utopía. Da igual sentirse Luz de Trento que Faro Iluminador de la Alianza de Civilizaciones. Y a ti que se antoja que ser patriota es no tirar un papel en la calle, firmar un contrato consciente de que tu honor va en cumplir hasta la última letra de su contenido. Sin más. A ti te gustaría pensar que ser patriota es ver en tu vecino un ser al que respetar, no un enemigo al que batir con tus preferencias musicales o tus aficiones a la carpintería; que ser patriota es no cobrar el subsidio de paro mientras ganas el triple haciendo chapuzas a todas horas. Querrías creer que amar a la Patria no es coger un fusil y matar enemigos (que se debería hacer si fuera preciso), sino cuidar ese parque, recoger las defecaciones de tu perro y presumir, luego, ante el foráneo de que tu ciudad, tu barrio, son los más hermosos, los más limpios, los más acogedores del mundo. Anhelarías confiar en que ser patriota es salir a los campos de tu Patria y recoger minuciosamente tus desperdicios, es pagar tus impuestos y no llevarte la chuleta al examen. Soñarías, en fin, con ser patriota como los suizos, que dejan los periódicos en plena calle junto a una latilla con monedas. Todos pagan y todos recogen, si es preciso, el cambio justo. Sin más. Qué emoción entonces cuando oyeras tu Himno y vieras ondear tu Bandera. Qué orgullo de Patria.

lunes, 19 de diciembre de 2011

El síndrome austriaco

Ahora, cuando todos queremos creer en el final del terrorismo de ETA y en un futuro sin víctimas ni victimarios, llega el momento de mirar hacia atrás, sin ira pero sin ceguera, para intentar comprender el pasado y presente de la sociedad vasca y para poder entrever su  futuro. Quizás el hecho que más llama la atención en el comportamiento de los dirigentes políticos que ostentan la representación de la mayor parte de la población de las tres provincias sea el afán de crear un caldo común en el que todos los que deberían sentir vergüenza por sus actos: asesinos, cómplices de los asesinos, jaleadores de los asesinos, indiferentes ante los asesinos; se unan a los  muertos, a los mutilados, a los heridos, a los amenazados, a los expulsados, a los insultados; para formar la nueva categoría de "víctimas de la violencia". Esa categoría  se extiende como una gigantesca ameba y poco a poco va englobando a la totalidad de la sociedad vasca. ¡Todos los vascos han sido víctimas de la violencia!; afirman con perseverancia los dirigentes del PNV, del PSE, de Ezker Batua  y de esos otros  que se llaman a sí mismo abertzales. Las  almas bienintencionadas posiblemente los crean  al considerar que, de una o de otra forma, cincuenta años de monstruoso terrorismo han debido afectar a todos. Eso es cierto. Pero ¡Ojo! ¡No  nos confundamos! Ese victimismo colectivo que se postula con tanta insistencia es solamente un intento de cubrir el pasado con una muy conveniente amnesia. El País Vasco se prepara para adoptar "el síndrome austriaco" como única manera de lograr que una buena parte de sus habitantes puedan mirarse al espejo sin sentirse indignos.
Desde la derrota de  Alemania en 1945 los austriacos prefieren no hablar de la guerra, y en caso de tener que hacerlo ponen por delante, de forma unánime, la condición de "primera víctima del nazismo" que, en la declaración de Moscú de 1943, los aliados concedieron al país a cambio de su futura neutralidad y del compromiso de entregar a la justicia los criminales de guerra. Si hubiésemos de creer lo que cuentan los austriacos, los únicos responsables de lo acontecido durante la guerra fueron los  nazis alemanes que controlaron el país desde su anexión al Reich, y ellos fueron solamente víctimas. Los pacíficos habitantes del país alpino prefieren olvidar que la anexión al Reich se hizo con la colaboración de un poderoso partido nazi austriaco, que las tropas alemanas no encontraron la menor resistencia cuando ocuparon el país, que la mayor parte de la población austriaca aceptó la anexión sin problemas y que muchos fueron los que colaboraron, y los demás callaron, en la persecución, deportación y exterminio de judíos, de gitanos, de comunistas y de cuantos  sufrieron el anatema nazi. Lo más triste es que esa interpretación farisea de la historia ha llegado a convertirse en dogma de fe para el común del pueblo austriaco.
No hemos de tardar mucho en ver como únicamente se escuchan en España las voces  infatuadas que proclaman a todos  los vientos que  lo acontecido fuera y dentro del País Vasco fue culpa del conflicto político causado por la sinrazón de España y Francia y que el pueblo vasco solamente ha sido la gran víctima. Se obviarán los cientos de asesinatos de ETA,  se potenciará el eclipse de los que sufrieron el terror en sus carnes, se negarán las cosechas de nueces del PNV, se silenciará cualquier alusión a la repugnante cobardía de los que vieron impasibles como se perseguía y se asesinaba a sus vecinos. En esa confortable visión del pasado, que se extiende como una mancha de aceite dentro y fuera de las vascongadas, solamente existirán las "víctimas de la violencia" y si alguno se atreviese a preguntar por el destino de los verdugos se le acusará de boicotear la paz. ¿La paz de los cementerios?

jueves, 15 de diciembre de 2011

Las reglas del juego.

Cuando reflexionan sobre las causas de la incapacidad de los españoles, incapacidad bien acreditada a lo largo y lo ancho de nuestra historia reciente, para convivir en paz y armonía, la mayor parte de los historiadores, sociólogos y demás expertos interesados en el asunto suelen centrar su atención en esos elementos que se han dado en llamar "hechos diferenciales de las nacionalidades y regiones del Estado Español" y, de forma más o menos explícita, proponen como solución del problema la disolución de los elementos integradores que, desde sus orígenes, han conformado España. Una disolución que se logra mediante el sencillo expediente de profundizar y acrecentar todo aquello que diferencia a andaluces de catalanes, a castellanos de gallegos, a vascos de catalanes, a gallegos de andaluces, etc.etc. etc. Amparados en esas premisas, que subyacen desgraciadamente en el fundamento de nuestro estado de las autonomías, los nacionalismos, secesionismos, regionalismos, federalismos, confederalismos y otros sistemas de "reconocimientos de nuestra pluralidad" han ido proliferando y han alcanzando unos niveles de fijación obsesiva en el propio ombligo que a cualquier observador externo le deben resultar cómicos o incluso esperpénticos.
Pero no todos los españoles creen que nuestro problema resida en la diversidad, y son muchos los que tienen puestos sus ojos en una curiosa virtud, que quizás sea la cualidad más extendida y homogénea de las que conforman la idiosincrasia nacional: Catalanes, castellanos, vascos, y el resto de los pueblos que se integran en el país, comparten la "tendencia compulsiva a incumplir las normas". Es una obsesión por jugar en fuera de juego que invade todas las facetas de nuestra vida: No creo que exista ningún país desarrollado en el que los automóviles campen a sus anchas por ciudades y carreteras con un desprecio tan absoluto a las normas de circulación como el que nosotros exhibimos. Y podemos estar seguros de que la mayor parte de los turistas que nos visitan contemplan con asombro como los indígenas dejamos con total tranquilidad las bolsas de basura fuera de los contenedores y tiramos al suelo toda clase de desperdicios, sin que tan cívicas acciones provoquen escándalo ni protestas. Y no digamos si, realizando un interesante experimento, intentásemos montar un botellón en alguna plaza de París, Londres o Roma; rápidamente descubriríamos que vecinos y autoridades locales nos harían saber, seguramente con escasa simpatía, que las normas de convivencia cívica hay que respetarlas, y no admiten lo que los hispánicos llamamos interpretaciones flexibles. Pero debemos dejar para otro día el análisis de estos comportamientos "urbanos", ya que no es el objetivo de hoy desgranar las mil y una barbaridades que, toleradas e incluso jaleados por muchos de nuestros gobernantes, agrian la convivencia en los pueblos y ciudades de España.
No escapa a nadie que si la conculcación de las normas por parte de los ciudadanos de a pie enrarece la convivencia entre vecinos, el incumplimiento de las leyes por parte de las autoridades y de las instituciones públicas es la mejor forma de facilitar la labor disgregadora de esos nacionalismos radicales que hasta fechas recientes se sabían en minoría y tenían que moderar sus pretensiones, y de hacer inviable cualquier intento de entendimiento entre las comunidades territoriales. Como muestra de la impenitente tendencia a saltarse las leyes a la torera podemos contemplar algunos de los acontecimientos que hoy ocupan las portadas de los periódicos y los titulares de los noticiarios de la radio y la televisión: Los juramentos solemnes, que en muchos naciones civilizadas son requisitos inexcusables en la toma de posesión de ciertos cargos públicos, no tienen desde hace ya muchos años significado religioso y, de hecho, en algunos países no confesionales en los que impera una indudable libertad religiosa no sorprende a nadie ver a un  político agnóstico, budista o animista jurando su cargo ante un crucifijo, o sobre una biblia. Todos entienden que se trata ceremonias basadas en la tradición que sirven para escenificar el compromiso, al margen de cualquier creencia religiosa, del juramentado con las obligaciones del cargo del que toma posesión. Pero los españoles somos distintos y, desde nuestra elogiada transición política, tuvimos que  adoptar las formulas alternativas de "jurar" y "prometer" para contentar a unos políticos que, con mentalidad decimonónica, eran incapaces de aceptar los formulismo basados en la tradición religiosa del país. Pero ni siquiera esa doble fórmula fue suficiente y pronto llegaron los que, para explicitar su rechazo al sistema, juraban o prometian por "imperativo legal". Tuvo que ser el Tribunal Constitucional, en uno de sus escasos acierto, el que dejase claro que, dado que promesa o juramento eran requisito obligatorio, todos, lo manifestasen en ese momento o no, juraban o prometían por imperativo legal. Con tamaña variedad de fórmulas a su alcance, es imposible comprender el guirigay que nuestros diputados electos han protagonizado durante su toma de posesión. Parece que  muchos de ellos buscaban la manera de mostrar su rechazo a las formas de  uso consensuado, y con ello hacer gala de su exclusiva y excluyente identidad. El Congreso de los Diputados es también el protagonista del segundo de los espectáculos "democráticos"  del día: El reglamento de la Cámara  deja bien claras las condiciones necesarias para formar grupos parlamentarios  y, de acuerdo con ellas, ni los diputados elegidos en las listas de Amaiur ni en las de UPyD reunen los requisitos para hacerlo. El asunto no tendría mayor transcendencia si no fuese por los antecedentes. En anteriores legislaturas ha sido una constante saltarse a la torera el reglamento para permitir que determinados partidos tuviesen grupo propio, al margen de que sus resultados electorales les diesen o no derecho a ello. A esa tradición, que podemos llamar  de la norma flexible, se acogen con toda razón los diputados del partido de Rosa Díaz  y los pseudodemócratas vascos. El PP, con mayoría absoluta en  la mesa del Congreso, es prisionero de los antecedentes y parece buscar, sin encontrala, una fórmula para negar la formación del grupo a los aberzales y permitírselo a los de UPyD. Se trata, sin duda, de una hermosa cuadratura del círculo  y el desencuentro ya está servido. Cualquiera que sea la resolución  que se adopte algunos de sentirán afrentados. Todo sería mucho más fácil si el reglamento se cumpliese siempre. Otro ejemplo de nuestra tragedia nacional lo encontramos en el caso Urdangarín. Todo, en  esa estúpida e infame historia, se nutre de  la facilidad con la que nos saltamos cualquier norma. La Casa Real no parece haber estado muy viva en la vigilancia y control de las actividades de sus miembros y, para muchos, esa ceguera ha sido algo que va mucho más allá  de lo culposo.  El señor duque y los gestores de bienes público, implicados en el escándalo de la "muy lucrativa" fundación y sus múltiples empresas "sin ánimo de lucro", obviaron al parecer todas las leyes que regulan el ir y venir del dinero y por último, y para mayor  divertimento del pueblo llano, los órganos judiciales, la policía y los medios de comunicación se han hecho unos  hermosos sayos con el secreto del sumario. ¡La Jefarura del Estado! ¡el Congreso de los Diputados! ¡los partidos políticos! ¡la justicia! ¡la policía! ¡los medios de comunicación! ¿Alguien cumple alguna norma en esta España de nuestros amores y de nuestros pesares?

miércoles, 7 de diciembre de 2011

Albricias de la primavera árabe. El Pais.com

ÁNGELES ESPINOSA
La más alta autoridad religiosa de Arabia Saudí ha dictaminado que levantar la prohibición de que las mujeres conduzcan dejaría al país “sin vírgenes” en el plazo de una década. Además, “causaría un aumento de la prostitución, la pornografía, la homosexualidad y el divorcio”.
Sí, ha leído usted bien. Literalmente. Incluso acostumbrados a los desafueros de los ultramontanos religiosos, cuesta dar crédito a esas palabras. Por eso, cuando la prensa británica empezó a hacerse eco del asunto el pasado viernes, opté por hablar con un par de amigas saudíes para asegurarme de que no se trataba de una intoxicación.
“Su lectura me ha hecho sentir sucia y cosificada. Es una verdadera pena que haya sido tomado lo suficientemente en serio como para enviárselo a los miembros de la Shura”, me confía Eman al Nafjan, autora del blog Saudi Woman.
El informe, que el Consejo Supremo de Fetuas (Majlis al-Ifta’ al-A’ala) presenta como un “estudio científico”, no sólo circulaba desde hace días sino que ha sido distribuido entre los 150 miembros del Consejo Consultivo. Esa cámara de designación real (sin facultades legislativas) lleva tiempo planteándose debatir la prohibición de que las mujeres conduzcan en Arabia Saudí, un asunto que singulariza al país como uno de los más retrógrados y desfasados del mundo.

Varios de sus miembros han hablado en público a favor de acabar con ese anacronismo, algo que reclama la parte más liberal de la sociedad, en especial las nuevas generaciones. Así ha quedado claro en la campaña que decenas de mujeres lanzaron el pasado verano cuando, a riesgo de ser detenidas, se pusieron al volante en varias ciudades del país. Y hubo detenciones, e incluso una sonora condena a 10 latigazos a la activista Shaima Jastaina, que quedó anulada con un perdón real.
O eso creíamos hasta ayer mismo, cuando una antigua profesora de Jastaina en Houston (EEUU), donde vivió con su marido entre 2000 y 2009, ha dado a conocer en un artículo en ‘The Atlantic’ que la burocracia siguió su curso. De acuerdo con el relato de Nivien Saleh, la mujer recibió el pasado 12 de noviembre una comunicación judicial en la que se le informa de que será azotada, si no gana el recurso que tiene presentado y cuya vista está prevista para dentro de unos días. Al principio, Jastaina trató de resolver el asunto de forma discreta, pero a la vista de que no lograba resultados, decidió pidió ayuda a Saleh para contar su situación.
La lucha interna entre retrógrados y modernizadores que se adivina tras ese caso parece confirmar que el 'informe' de los clérigos es una respuesta de aquellos ante los gestos aperturistas del rey Abdalá. El pasado septiembre, el monarca decretó que las mujeres tenían los mismos derechos políticos que los hombres (en Arabia Saudí, pocos) y que por lo tanto a partir de las próximas elecciones municipales en 2015 podrán elegir y ser elegidas. Esa decisión llenó de optimismo a muchas saudíes que pensaron que tal vez el derecho a conducir sería el próximo paso.
Los ulemas saudíes, que siguen una interpretación extremista y puritana del islam, contraatacan ahora con este escrito. Su autor, un tal Kamal Subhi, antiguo profesor de la Universidad Rey Fahd, señala que en otros países islámicos donde las mujeres conducen puede verse ya el “declive moral”. Como ejemplo, describe que estaba sentado en una cafetería de un país árabe (que no identifica) y que todas las mujeres le miraban. “Una de ellas me hizo un gesto que dejaba claro que estaba disponible. Esto es lo que pasa cuando se permite conducir a las mujeres”, concluye Subhi.
“No es la primera vez que un estudio de esta clase, carente de toda objetividad y metodología científica, se publica para demostrar que los derechos de las mujeres son una plaga para la moralidad pública”, desestima la escritora y feminista saudí Iman al Qhatani. Asegura que “los y las jóvenes están criticando el texto en Twitter y ya no hacen caso de ese sinsentido como antes”.
Tal vez tenga razón. Pero la mera existencia del dictamen constituye un insulto a la inteligencia. Mientras las autoridades acepten impasibles que alguien pueda difundir despropósitos similares, hay escasas esperanzas de que las saudíes puedan conducir.

domingo, 4 de diciembre de 2011

PSE. El PSOE vergonzante, o las verguenzas del PSOE.

PSE-EE-PSOE. Bajo esta indescriptible sopa de letras se esconde, por razones difícilmente explicables, la federación vasca del Partido Socialista Obrero Español, o lo que es lo mismo, una de las organizaciones socialistas españolas de trayectoria más comprometida con el movimiento obrero y con la lucha antifranquista, con un historial que abarca desde la última década del siglo XIX hasta el advenimiento de la democracia.
Fue al final de los años setenta del pasado siglo cuando los dirigentes vascos del PSOE,  en una primera cesión ante la presión nacionalista, decidieron cobijarse en la moda "euskaldun"  y adoptar el término Euskadi como sustituto  de País Vasco,  pero además, para poder preterir vergonzantemente el  adjetivo "español", decidieron anteponer "Partido Socialista de Euskadi" al  tradicional PSOE. Todo ello se hizo con el visto bueno de los órganos federales del partido y en aras de la diversidad del "Estado español". Ya estaba en marcha el PSE-PSOE. Un segundo estadío de la desvirtuación del PSOE vasco, y de su aproximación al mundo nacionalista,  llegó cuando en 1993 se decidió la fusión con Euskadico Eskerra, un partido de ascendencia "abertzale" muy próximo a la extinta ETA político militar. Desde entonces el partido, oficialmente llamado PSE-EE-PSOE, es conocido por propios y extraños como PSE.  Y desde entonces,  en todos los asuntos en los que la unidad de España ha podido suponer controversia o polémica, la ambigüedad ha ido creciendo y convirtiéndose en el distintivo de los socialistas vascos.
No todos los dirigentes vascos del PSOE ha comulgado con la creciente adscripción de su partido al movimiento nacionalista, pero aquellos que se han enfrentado a esa corriente "políticamente correcta", como fue el caso de Nicolás  Redondo Terreros, han visto como su vida política sufría una rápida y anunciada "muerte súbita" . 

Del verbo del señor Guerra.

En la última campaña electoral lo más "granado" del partido socialista arropó al candidato Rubalcaba en un multitudinario mitin celebrado en Dos Hermanas. Fue aquella una reunión de viejas glorias en la que el ambiente alcanzó el clímax durante la brillantísima intervención de don Alfonso Guerra. Continuamente interrumpido por las aclamaciones de los asistentes, el "henmano de su hermano" se sumergió en un viaje al pasado el que su mente parecía a caballo entre un ataque de delirium tremens y el mundo del LSD. Fueron unos minutos verdaderamente gloriosos y afortunadamente para nuestra civilización el discurso del prócer socialista se conserva íntegramente en la red, con lo que la UNESCO no tendrá problemas para incluirlo en el Patrimonio inmaterial de la humanidad. La pieza oratoria fue tan singular que creemos que todo aquel que sea capaz de aguantar el desatino infinito sin morir de risa o de indignación debería dedicar veinte minutos de su vida a solazarse con un verbo indudablemente irrepetible. (http://www.youtube.com/watch?v=hq104fbGFIE).


 

miércoles, 30 de noviembre de 2011

PSC. ¡Ser, o no ser, es la cuestión!

La posible, e incierta, candidatura de doña Carme Chacón a la secretaría general del Partido Socialista ha reavivado una vieja cuestión: ¿El PSC es parte del PSOE? Quizás la mejor respuesta la encontremos en la web del mismo PSC:  "Aquest nou partit, el PSC, es constituïa com a partit sobirà, autònom respecte del PSOE, però amb un protocol d'unitat que establia la seva participació en els òrgans federals: l'Executiva, el Comitè Federal, i el Congrés. El PSC, per tant, és un partit sobirà federat al PSOE, i això el fa singular en el conjunt del socialisme espanyol ja que, tot i participar en els seus òrgans federals, té personalitat jurídica pròpia, finances independents i manté una total autonomia d'acció en el marc de la política catalana."
Está bien claro. El PSC es un partido soberano con personalidad jurídica y economía propias que, sin embargo, tiene derecho a participar en todos los órganos federales del PSOE. Esta peculiar relación está fundada en al acuerdo, de abril del 77, por el que se produjo la absorción de la Federación catalana del PSOE por el PSC. El partido socilalista catalán, pese a sus pretensiones "históricas" había nacido un año antes por la  fusión  de diversos grupúsculos socialistas catalanes. Un acuerdo tan asimétrico solamente puede hoy comprenderse teniendo en cuenta la indigencia de conocimientos políticos e históricos que caracterizaba a los dirigentes del PSOE de la época.  Posiblemente sean muchos los que en el PSOE actual se asombran de la falta de visión de futuro que los llevó a desaparecer como partido en Cataluña, con la única contrapartida de  intentar asegurar para el "socialismo catalán" la  victoria en las elecciones del 77, e impedir con ello el triunfo de la "derecha".
Pero para comprender el problema no es suficiente conocer la situación "de iure",  ya que en el quehacer diario la que vale es la "de facto". Basta echar la mirada atrás para comprobar como el PSC ha actuado siempre al margen del PSOE, e incluso en contra de sus intereses. Incapaces de enfrentarse a sus socios y dominados por un terrible complejo de inferioridad, los órganos federales del Partido Socialista han minimizado una vez tras otra la importancia de los desacuerdos y la iniquidad de las traiciones de "los compañeros catalanes". Quizás fue Pascual Maragall, primero alcalde de Barcelona y luego presidente de la Generalidad, quien comenzó a dejar ver sin ningún pudor que, en su partido, el catalanismo pesaba mucho más que el socialismo y desde luego mucho más que "lo español". Su deriva nacionalista llegó la cima con el nuevo Estatuto de Autonomía y con el consiguiente referendo, para el que el PSC utilizó el interesante lema  "Sí: guanya Catalunya. No: guanya el PP". Su sucesor en la presidencia y en el gobierno del partido, José Montilla, demostró con su alianza con los independentistas de Esquerra Republicana, y con sus actuaciones como cabeza visible del "tripartito", como el afán de dejar de ser un charnego puede hacer que algunos olviden sus propios orígenes y las tierras de sus padres. Maragall y Montilla, con gran desilución de los no nacionalistas que los habían votado, no perdieron durante sus mandatos  ni una sola oportunidad de demostrar su independencia del PSOE, ni de hacer gala de un catalanismo ultramontano en absurda  competencia con los nacionalismos de CyU y de Esquerra Republicana. Triste es decirlo pero, olvidando que sus bases están nutridas preferentemente por esos a los que los nacionalistas radicales llaman charnegos y  los más "caritativos"  els altres catalans, el PSC ha querido demostrar por activa y por pasiva que ¡a catalanista no le gana nadie! y, claro, ¡así les está yendo en las últimas elecciones!
Ya se oyen voces que, desde dentro del PSOE, reclaman la denuncia de los pactos del 77 y la refundación del partido en Cataluña y son muchos más los que, aún a riego de ser tachados de anti catalanes,  niegan a los  miembros de PSC el derecho a alcanzar la secretaría  general del partido. No es difícil comprender que, con parecidos  antecedentes, el proceder de PSE esté produciendo la misma amarga frustración en muchos socialistas de dentro y de fuera del País Vasco, y que el problema alcanzará tarde o temprano a todas las federaciones del partido. Las recientes derrotas electorales pueden acentuar la disgregación del PSOE o, ¡ojalá fuese así!, servir de revulsivo y propiciar su regeneración. Seamos optimistas. Quizás algún día los "socialistas obreros españoles" intenten corregir los errores que, al apoyar a sus partidos "hermanos", los han hecho cómplices del deterioro creciente de la convivencia entre las regiones de España. Pero deben  actuar con diligencia  ya que el agua derramada es difícil de recoger y  la desesperanza se está extendiendo como una mancha de aceite.

martes, 29 de noviembre de 2011

Guerra, Bono y "la Chacón"

Los gerontes del PSOE siguen haciéndonos ver un día tras otro la extraña forma con la que la diversidad y la libertad se expresan en el partido fundado por Pablo Iglesias. El que fuera segundo de a bordo de Felipe González ha declarado: "Esto de jovencitos al poder y las mujeres primero no es una buena técnica". Este arrebato de misoginia, que muchos consideran tiene como principal destinataria a la Sra. Chacón, no concuerda con el silencio acomodaticio y cómplice que nuestro "histórico lider socialista"  mantuvo mientras las "chicas de Vogue" ocupaban los sillones ministeriales y cuando doña Bibiana lucía la memez de su sonrisa a lo largo y lo ancho del país. Pero esto no es nada nuevo. Desde hace muchos años Alfonso Guerra  nos tiene acostumbrados a  los vaivenes de su mente bipolar; La revista que dirige atacó sin piedad el proyecto de estatuto catalán, pero al llegar la hora de la verdad el "henmano" de su hermano" unió su voto al del coro zapateril para que la controvertida ley obtuviese el visto bueno de las Cortes. Años antes había demostrado su desprecio al entonces recién elegido secretario general de su partido bautizándole con el exitoso apelativo de "Bambi", pero luego, durante los siete años largos en los que el  gobierno ha estado en manos del "cervatillo", ha preferido no abrir la boca y ser paradigma de diputado obediente y disciplinado.
El señor Bono también es famoso por sus salidas de tono, pero con gran "inteligencia" solamente desbarra a toro pasado. Su último arrebato patriótico está en los titulares de toda la prensa."El líder del PSOE no debe tener vergüenza de gritar '¡Viva España!'  La arenga tiene todos los visos de ser un reproche-veto  a la "señora Carme" y por extensión a los militantes del PSC y del PSE.  Es triste que don José no se expresase con igual contundencia cuando su jefe de filas afirmaba sin ningún rubor que  "La nación española es un concepto discutido y discutible" y cada vez que su partido, o los "partidos hermanos de Cataluña y el País Vasco", compadreaban sin reparo alguno con enemigos declarados de la unidad nacional (enemigos que, por serlo abiertamente, me inspiran un gran respeto) para componer tripartitos y contubernios diversos.

lunes, 21 de noviembre de 2011

El crimen alemán

La canciller Angela Merkel se está convirtiendo, ante la opinión pública de los países socios de Alemania, en el monstruo teutón que  antepone sus interese electorales a la supervivencia de la Unión Europea. Su negativa reiterada, y de momento irreductible, a que el Banco Central Europeo compre masivamente la deuda pública de los países más amenazados por las primas de riesgo, y su oposición aún más frontal a la emisión de "bonos europeos" está dejando a una buena parte de Europa  a los pies de los caballos, o de las agencias de rating, que viene a ser lo mismo.
Mientras la mitad de los países de la eurozona ven horrorizados como los intereses que tienen que pagar para financiar sus deudas suben día tras día, en algunos casos hasta niveles insoportables, Alemania recibe dinero a espuertas de unos inversores que se conforman con una remuneración increíblemente baja a cambio de la "seguridad germánica". Conociendo su posición de fuerza, la Sra. Merkel exige a sus socios que se aprieten el cinturón como única forma de salir del trance. Esa política de intransigencia le está resultando muy útil a la canciller;  los alemanes la consideran hoy una heroica defensora de su economía y el muro infranqueable que los protege de la temida inflación.
Posiblemente los alemanes, con su canciller a la cabeza, se encuentren indecisos entre la vocación europea heredada de Adenauer y Kohl y una creciente sensación de rechazo originada  por  la certeza de que algunos países de la Unión están dilapidando alegremente los fondos que reciben como ayuda al desarrollo; fondos que en su mayor parte son de origen alemán. No es difícil imaginar la indignación de un ciudadano de Berlín o de Colonia cuando  llegan a sus oídos los mil y un  fraudes que se destapan cada día acerca del empleo de unos fondos estructurales y de cohesión salidos de sus impuestos, y es muy fácil comprender su negativa a seguir siendo el "pagano de la fiesta" de los alegres países periféricos.
Doña Angela no es especialmente simpática y con toda seguridad está demostrando una inflexibilidad muy en la línea de la "cabeza cuadrada" germana, pero no podemos cerrar los ojos al hecho de que su postura está firmemente asentada en los tratados de la Unión y que es muy difícil encontrar argumentos para deslegitimarla.

jueves, 17 de noviembre de 2011

Políticos y tecnócratas.

Comentaristas políticos  de todas las tendencias y politólogos de diversos pelajes se han lanzado a descalificar los nuevos gobiernos de Grecia y de Italia. Pregonan a todos los vientos que la sustitución de  políticos por tecnócratas supone  una quiebra de la democracia, ya que con ello se margina a los representantes del pueblo legitimados por las urnas. No creo que, siendo medianamente serios, se pueda mantener el argumento;  en ninguno de los dos países se han disuelto las cámaras y el poder legislativo sigue en las  mismas manos que lo tenían durante los gobiernos de Papandreu y de Berlusconi. De forma casi general se está utilizando el término "tecnócrata" con un toque peyorativo, algunos pretenden descalificar a esos profesionales de la economía, casi todos lo son, para ejercer el gobierno de sus países con el argumento único de no ser "políticos". Tras esa descalificación creo que se esconde el corporativismo y la frustración de unos políticos profesionales que se han mostrado incapaces de mantener el buen rumbo de la nave  en la crisis que se ha instalado en Europa. Políticos que, ante la enormidad de sus errores, han tenido que ceder, ¡sin osar rechistar!, el gobierno  a unos gestores, ajenos a la política partidista, que seguramente estarán menos ofuscados por sus intereses personales y por los de las formaciones políticas al uso. En las grandes crisis las sociedades deben buscar líderes que los lleven por el camino que mejor convenga al bien común y para ello quizás se deba recordar el aserto de Clemenceau: "La guerra es un negocio demasiado importante para dejarlo en manos de los Generales" para transformarlo, a modo de paráfrasis, en :"La política es un negocio demasiado importante para dejarlo en manos de políticos profesionales".  Aunque quizás las manos que haya que evitar sean las de unos partidos políticos tan profesionalizados que nacen, crecen, viven y mueren al margen de la sociedad a la que dicen servir. 

lunes, 14 de noviembre de 2011

Vamos a contar mentiras

En todas las sociedades consideradas democráticas existe un acuerdo tácito entre gobernantes y gobernados para tolerar la mentira. Ese acuerdo se hace especialmente evidente en unas campañas electorales en las que mentir sin límites  y sin pudor se eleva a la enésima potencia, se subvenciona y se premia. Cierto es que esas mentiras solamente suponen un engaño para aquella fracción de los ciudadano en los que la incultura y la candidez se conjugan a partes iguales,  y que para el resto de la población la mentira y las falsas promesas se aceptan como ofrendas que el honor y la verdad deben  sacrificar en el altar del juego partidista y de lo políticamente correcto, o de lo electoralmente conveniente. Aquellos a los que la ideología que han asumido no les deja tener ideas propias  suelen tener como dogma el "todo vale para ganar", y los que conservan un mínimo de independencia ética saben que la verdad y la honradez no suelen ser atractivas para la mayoría y en lugar de favorecer el triunfo lo comprometen.
A ningún español que disponga de un mínimo de información y  capacidad de análisis se le escapa la certeza incontrovertible de que nos esperan tiempos muy difíciles. Los problemas financieros y estructurales de nuestra economía todavía no han terminado de dar la cara, aunque ya llevamos varios años inmersos en la crisis; pese a ello, poco hemos avanzado en el camino de la corrección de la desastrosa situación de nuestra deuda, pública y privada, y menos aún en la de esa monstruosidad social que supone el desempleo. El relanzamiento de la economía va a exigir sacrificios que, nos guste o no, van a afectar a la sanidad, a la enseñanza, a las pensiones y a los salarios públicos,  por citar solamente algunos de elementos del "estado del bienestar" que, de forma demagógica, todos los contendientes en las elecciones califican como intocables y utilizan como banderas de sus programas. Es tragicómico ver a los señores del PSOE, del PP, y del resto de los partidos en contienda, jurando y perjurando que nunca  recortarán los "gastos sociales" ni permitirán que otros los recorten. Los sindicatos, que bien poco han contribuido a la solución de los problemas, se declaran opuestos a cualquier recorte en los "derechos de los trabajadores" y a cualquier retroceso de los "logros sociales". Los empresarios, para no ser menos, juran odio eterno a quien se atreva a subir los impuestos que les afectan  o a corregir el descontrol fiscal del que tan lindamente se benefician. Partidos, sindicatos, patronales, oenegés, iglesias diversas, todos defienden con uñas y dientes sus subvenciones y prebendas. Mientras tanto los candidatos, a la captura del votante, mienten sin rubor para molestar lo menos posible a sus parroquias y no arriesgar ni un solo voto. Ante semejante panorama, a los que no formamos parte de ninguna facción, grupo o grupúsculo, solamente nos queda sonreír con tristeza viendo y oyendo todo lo que, para vergüenza propia y ajena, no nos queda más remedio que ver y oír hasta el próximo día veinte.. En fin. ¡Qué le vamos a hacer! Después de las elecciones ¡ya veremos dónde quedan tantas promesas!

viernes, 11 de noviembre de 2011

Siguen cayendo nueces.

Tal como una buena parte de la prensa publica esta mañana; "ETA vuelve a tomar parte en la campaña electoral". La "organización patriótica vasca" ha tenido a bien hacernos saber, mediante un comunicado en su periódico Gara, que "está en sus planes la inutilización de las armas". Inutilización condicionada, eso sí,  a que la negociación con los estados (España y Francia) logre la liberación de los presos, el retorno de los huidos y la desmilitarización (sic) del País Vasco. Haciendo gala de una gran generosidad los "gudaris" nos dicen que no tienen la pretensión de sentarse directamente en la mesa de negociaciones (seguramente se conforman con que lo haga su brazo político Bildu, tan generosamente legalizado por el Tribunal Constitucional), pero reclaman la presencia de observadores internacionales que garanticen el cumplimiento de los acuerdos. El discurso de la banda, tan farragoso como siempre, tiene un muy perceptible tufo amenazador y no se priva de afirmar que en el caso de que las conversaciones  no fuesen satisfactorias nos enfrentaríamos a un futuro incierto. No aclara el comunicado si la incertidumbre se refiere a que no han decidido aún al argumento que utilizarán para animarnos al dialogo, ollas exprés cargadas de dinamita, o tiros en la nuca.
Son muchos los que, como yo, piensan que  los comunicados de la banda en fechas preelectorales forman parte del contubernio "Zapatero- Bildu-Tribunal Constitucional" y que el presidente del "talante" buscaba con ellos que el señor Rubalcaba se hiciese con una buena cosecha de las nueces etarras.  La realidad de los últimos días parece indicarnos que esas nueces caen del árbol con el nombre del destinatario grabado en la cáscara y no están al alcance de los socialistas. Ni el señor del talante ni su candidato a la presidencia del gobierno van a obtener beneficio de sus "maniobras en la oscuridad". La nueva firma patriótica, Amaiur, se deja ver como única beneficiaria del talante zapateril y gracias a ello  el País Vasco se adentrará en un futuro próximo en  el camino irreversible de la independencia, también llamada autodeterminación o derecho a decidir.  ¡Ya está llegando la hora de que el resto de los españoles nos libremos de los vascos!¡A enemigo que huye puente de plata!

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Urdangarín. Las miserias del señor duque.

La monarquía española es una institución que, pese a su larga tradición, no se sustenta en grandes fervores ciudadanos. Son muchos los españoles  que, a lo largo de los últimos doscientos años, la han cuestionado y la cuestionan. Esa falta de arraigo popular tiene mucho que ver con la falta de inteligencia y méritos que desde Carlos III a nuestros días ha mostrado nuestros Borbones; reyes e infantes que con frecuencia han confundido la campechanía con el compadreo y los privilegios propios de la corona con  la licencia para  emprender negocios más o menos vidriosos. Don Juan Carlos I, apoyado en las circunstancias de su reinado y en un comportamiento prudente, ha sabido acallar las reivindicaciones republicanas que están en el espíritu de muchos ciudadanos y de muchos de los partidos políticos con representación en las Cortes Generales. Sería triste que esta "legitimación monárquica" lograda por el Rey la puedan dilapidar príncipes y princesas, infantas y consortes de pelajes diversos, con comportamientos irresponsables. El Príncipe y las Infantas  han de saber que son deudores vitalicios del pueblo español al que deben vidas y haciendas, como diría un clásico. La mera sospecha de que un miembro de la Casa Real esté implicado en asuntos sucios debería bastar para que fuese inmediatamente privado de todos sus títulos y privilegios y para que se le prohibiese la entrada en todas y cada una de las residencias asignadas a la Casa Real  por el Patrimonio Nacional. La indignidad no es compatible con la "Realeza".

viernes, 4 de noviembre de 2011

Grecia y el griego.

  Pese a los esfuerzos de los partidarios de las igualdades erótico-sexuales "el griego" sigue suscitando más rechazos que adhesiones en este nuestro mundo de profundas convicciones machistas. Su denominación tradicional se sigue utilizando como el apelativo más gráfico para todo lo que es molesto y fastidioso. La decisión de Papandreu de consultar a los griegos sobre la aplicación de los acuerdos de la Unión para el segundo rescate económico del país ha levantado un clamor unánime exigiendo responsabilidad y seriedad a la republica helena. La cosa no nos debe extrañar ya que, para muchos de nuestros próceres y para una buena parte de la opinión pública europea, llueve sobre mojado.. Desde su ingreso en la entonces  llamada Comunidad  Europea y en el "selecto club" del Euro, Grecia parece empeñada en aplicar "el griego" a sus socios; un rosario de ocultaciones, engaños y fraudes han jalonado los  tres decenios largos que dura ya su condición de receptor neto de fondos  comunitarios. Cierto es que, en ese mundo del fraude y el engaño, los helenos no han estado nunca solos y los españoles, entre otros, tenemos que ser muy cuidadosos antes de reclamar su excomunión. Cierto también que en épocas de vacas gordas, los alemanes y los franceses, que hoy se nos presentan como paradigmas de la seriedad contable y con ínfulas de inquisidores generales, hicieron la vista gorda ante los dislates económicos y los fraudes más que evidentes de sus socios  y echaron sus redes en el mar revuelto de la ingeniería financiera y la desregulación económica para obtener pingües beneficios.
En los últimos meses estamos asistiendo al repugnante espectáculo de una Unión Europea, carente de líderes y de proyectos comunes, en la que Francia y Alemania (encabezadas por un Nicolas Sarkozy y una Angela Merkel más preocupados por contentar a sus electores que por el futuro de Europa), están imponiendo sus intereses económicos y sus vacilantes necesidades de política interior a los legítimos pero inoperantes órganos directores de  la Unión. Poco están pintando el portugués Barroso y el belga Van Rompuy en las absurdas y casi surrealistas negociaciones encaminadas al rescate económico de Grecia. Menos aún están pintando los demás miembros de la Zona Euro en la búsqueda de soluciones al problema de la deuda, unos porque se sienten al margen de los problemas y otros, entre los que está España, porque son conscientes de sus muchas culpas y carecen de fuerza moral para exigir nada a aquellos que fueron un poco más sensatos en el pasado.
Son los gobernantes y los ciudadanos griegos los principales responsables de la situación actual de su país, pero no podemos exigirles la renuncia total a su soberanía y a la defensa de sus intereses. Un análisis sensato de lo sucedido en el pasado nos haría ver que "el griego" ha sido un deporte practicado por muchos de los países  que hoy se rasgan las vestiduras ante lo que acontece en Atenas. Para asombro de todo el mundo pensante, al otro lado del Atlántico un presidente incapaz de poner orden en su propia casa se permite el lujo de urgir a los europeos la adopción de medidas para acabar con los problemas de la deuda que están "afectando a la economía USA"; quizás alguien debería recordarle "al señor del yes we can" que fueron las maravillas financieras de su glorioso país las que desencadenaron la crisis que nos trae a todos por el camino de la amargura y que son estadounidenses todas esas agencias de calificación de riesgos que, un día sí y otro también, se dedican a sembrar el pánico en los mercados.

lunes, 24 de octubre de 2011

La primavera y la sharia

La llamada  "primavera árabe" está siendo interpretada por muchos  como el inicio del camino hacia la democracia en los países musulmanes. Los que así piensan olvidan que el islam es el sometimiento a la voluntad de Dios, que musulmanes son los que se someten a esa voluntad y que la "sharia al islamiya" es el compendio de normas de comportamientos que permiten a  los fieles alcanzar la  perfección. Dicho así  todo ello suena muy bien, pero ese camino hacia Dios, esa sharia, está colmado de preceptos  que, sin tener la consideración de dogma por no estar incluidos en la revelación,  están en el espíritu de los cuerpos legislativos de la mayor parte de los países musulmanes, y en algunos de ellos la sahria se aplica sin ningún tipo de maquillaje, al pie de la letra. Es necesario que todos seamos conscientes que de que la transgresión de algunas de las normas de la sharia al islamiya tiene la condición de "hadd", de crimen, y como tales crímenes se pueden castigar, y se castigan en muchos países musulmanes, con increible crueldad y dureza: lapidaciones, amputaciones, flagelaciones, penas de prisión severas, otras formas de  pena capital, son los castigos que jalonan las sentencias de los tribunales islámicos. Entre esos crímenes tan terriblemente penados se encuentran, además del asesinato y el robo, el adulterio y , ¡atención!, la desobediencia de la mujer a los varones encargados de su tutoría. Hadd es también la apostasía y hadd es el proselitismo de cualquier otra religión.
A las sociedades cristianas modernas, a las sociedades occidentales, les ha costado cinco siglos de lucha separar el estado y la religión, dotarse de leyes de inspiración laica, alcanzar la tolerancia religiosa, la igualdad entre sexos  y otros muchos logros que permiten la convivencia pacífica de gentes diversas. Las sociedades musulmanas emprendieron el camino hacia el laicismo hace más de  setenta años pero, para su desgracia y la nuestra, en los últimos treinta  el integrismo y el fundamentalismo  han puesto el freno  al cambio y, con actitudes más o menos radicales, están invirtiendo el sentido de esa evolución.
El lento pero continuo deslizamiento de Turquía hacía el islamismo, alejándose del espíritu laico que impregnaba la república fundada por Ataturk, no puede pasar desapercibido para nadie que quiera ver lo que ocurre en nuestro mundo. En las calles de nuestro vecino Marruecos se puede observar como las mujeres están volviendo a utilizar atuendos que habían ido cayendo en desuso desde los tiempos de Mohamed V, un signo externo que puede parecer sin importancia pero que revela la vuelta a la "tradición". En el Egipto que intenta buscar su camino tras el derrocamiento del régimen de Mubarak, el acoso creciente a los cristianos coptos y la marcha atrás en las libertades de las mujeres no presagian un porvenir de maravillosas libertades. Ayer mismo, los tunecinos celebraron sus primeras elecciones libres y, tal como se esperaba, el vencedor ha sido un partido "islamista moderado". Los dirigentes de la insurrección libia no han dudado en  aprovechar las celebraciones del fin de la guerra para dar el "aviso a los navegantes" de que todas las leyes contrarias a la sharia, "incluyendo las que se oponen a la poligamia", serán derogadas. Las increíbles leyes de la Arabia Saudí, que convierten a las mujeres y los extranjeros en seres de segunda clase, significan lo que significan por mucho que los petrodólares las pretendan cubrir con la blanca túnica de las "diferencias culturales aceptadas por todos". Y mejor no seguir.
Me temo que el mundo islámico está caminando por unos derroteros que lo llevan a posiciones  cada vez más lejanas a Europa  e incompatibles con la cultura occidental. Mis queridos amigos:  ¡La democracia no forma parte de la sharia al islamiya!

domingo, 23 de octubre de 2011

La violencia que viene

Varios amigos me han hecho ver que si Rubalcaba llegase a ser el beneficiario de las últimas nueces de ETA nos podríamos dar con un canto en los dientes. La multitudinaria manifestación de "patriotas" que ayer tuvo lugar en Bilbao nos invita a meditar sobre el futuro inmediato. El tándem Zapatero Rubalcaba, y todo el partido socialista, confía en que el "logro de la paz" reste votos a los populares y los aleje de la mayoría absoluta que predicen las encuestas, puede que acierten.  Ellos saben que tienen más posibilidades de encontrar socios para un gobierno de coalición que los del partido de la gaviota. Pero el gran problema para España no es que el PSOE siga gobernando, sino la dificultad que encontrará el gobierno que nazca de las elecciones, sea del color que sea, para reconducir la situación a la que se ha llegado en el País Vasco. Las nueces de ETA tienen su dueño y las pocas que pueda recoger Rubalcaba no tendrán demasiada importancia. No hay que ser adivino para pensar que en las elecciones generales la izquierda nacionalista vasca, llámese Batasuna, Sortu, Bildu o Amaiur, va a conseguir una amplia representación en el Congreso. También es predecible que en las elecciones autonómicas del 2013 los "abertzales" se pueden convertir en la primera fuerza política del País Vasco, desbancando incluso al PNV de su tradicional posición hegemónica. Zapatero, que a lo largo de las dos legislaturas de su mandato se planteó como principal objetivo acabar con el descontento de los nacionalistas y pasar a la historia como el gran pacificador de España, ha conseguido justamente lo contrario.  Armado con su "talante" conciliador acometió una serie de iniciativas, como la del estatuto catalán, cuyos brillantes resultados podemos resumir en pocas palabras: El descontento y la agresividad de los nacionalismos, radicales y moderados, ha alcanzado sus cotas máximas desde los días de la transición. ETA ha dejado de matar, pero sus tentáculos políticos, legalizados gracias la contubernio del gobierno y el tribunal constitucional, se han instalado en la estructura político administrativa del País Vasco dispuestos a utilizar el poder legítimamente ganado en las urnas sin contemplaciones ni cortapisas legales. Todo el que no tenga cerrados los ojos  puede ver como, con la complacencia de los partidos supuestamente moderados, ya han comenzado a presionar para conseguir sus objetivos. Creo que, en contra de esa confianza en la llegada de un futuro de convivencia en paz que muchos quieren ver en el comunicado de ETA, al País Vasco le esperan tiempos de violencia. El fin de la "lucha armada" no va a significar el fin del fanatismo excluyente ni de la barbarie tribal; a los vascos no nacionalistas ya no los van a matar pero les van a imponer la ley del silencio. Si alguno no lo cree. ¡Al tiempo!

jueves, 20 de octubre de 2011

Las nueces de Rubalcaba.

ETA ha anunciado el fin definitivo de la "lucha armada". Bienvenida sea la noticia. Tirios y troyanos, con la salvedad de los "patriotas vascos",  se han apresurado a proclamar a todos los vientos que ETA desaparece sin que se haya hecho ninguna concesión política. La invitación a los gobiernos de España y Francia que hace la banda en su último comunicado para buscar  "una solución a las consecuencias del conflicto" se interpreta como forma eufemística de pedir, ¿exigir?, la excarcelación de los terroristas presos. Pero, ¿En cuarenta años de terrorismo, con más de ochocientos asesinatos y unos cuantos miles de heridos a sus espaldas, los "valientes gudaris" no han obtenido nada?  Mucho tendríamos que discutir sobre el tema, pero para entender el pasado, el presente y el futuro, lo primero que hay que aceptar es que ETA es parte de la sociedad vasca, una parte de la sociedad apoyada por algunos, jaleada por otros,  astutamente utilizada por muchos más. A los señores del PNV no les gusta recordar las palabras del jesuítico señor Arzallus: "...unos sacuden el árbol y otros recogemos las nueces." A lo largo de esos años marcados por los asesinatos, los secuestros, las extorsiones, el terrorismo callejero y tantas otras barbaridades, hemos visto la cobardía y la barbarie de muchos vascos que se declaran demócratas por activa y por pasiva. Hemos visto como los gobiernos del PSOE y del PP ha cedido a las  exigencias del PNV buscando inútilmente llevar a los nacionalistas hacia un posicionamiento claro ante el terrorismo. Los del partido de "Dios y las leyes viejas" siempre han preferido la ambigüedad y el seguir recogiendo nueces. El tándem Zapatero Rubalcaba, incapaces en el  buen gobierno de España, llevan ya unos años decididos a no dejar a los del PNV el monopolio de tan lucrativa cosecha. Había que lograr el fin de ETA, no como política de estado sino como triunfo "A.M.Z.G.", a la mayor gloria de Zapatero. Han sido más de seis años de oscuras maniobras, de conversaciones y acuerdos secretos, de olvido de los pactos antiterrorista, de contubernios político jurídicos, de "buen talante", con el único objetivo de posibilitar un comunicado como el de ayer. El desastre de la economía y el hundimiento del PSOE en las encuestas han convertido "el fin de ETA" en la única tabla de salvación de los socialistas en la próximas elecciones generales. Los tiempos han sido controlados para que la "rendición de la banda" permita a Rubalcaba no perder la esperanza de recoger las últimas nueces de ETA.

miércoles, 19 de octubre de 2011

De los nacionalismos y sus lealtades

Percibo que está aumentando de forma exponencial. el número de españoles a los que los problemas planteados por los nacionalistas vascos y catalanes aburren sobremanera. Fuimos muchos los que, de buena fe, creímos que los estatutos de autonomía colmarían las aspiraciones de los que con toda la razón reclamaban el reconocimiento de la "personalidad de sus pueblos". Supongo que entre esos ilusos estaban los "padres de la constitución"  y los partidos políticos que nos vendieron la fórmula autonómica como la panacea para los problemas históricos de España. Quizás ellos y nosotros creímos en aquel grito de "Libertad, amnistía y estatuto de autonomía".  Enorme error.  Durante treinta años se han cerrado los ojos ante los signos que revelaban claramente que nada se había resuelto con el nuevo ordenamiento constitucional  y que el apetito "nacionalista" no cesaba en su actividad destructora de todo lo que significaba unidad nacional. Se ha minimizado el significado del desprecio, cuando no agresión, hacia los símbolos identificadores de España. La bandera de todos los españoles ha brillado por su ausencia en los despachos de los presidentes de los gobiernos autónomos vasco y catalán desde el mismo momento de su constitución y esta ausencia en las sedes de las más altas magistraturas de las dos comunidades se ha visto trasladada a las de múltiples organismos regionales y municipales. No es bueno olvidar el innoble doble juego del señor Pujol y sus allegados. Doble juego que tuvo su  culminación con el deplorable espectáculo capitaneado por uno de sus hijos en la apertura de las olimpiadas de Barcelona.  Los "buenísimos demócratas" han competido por quitar hierro a la agresión a los símbolos nacionales. Investidos de su enorme  "espíritu  conciliador "  afirman: "Los símbolos no merecen que nos enfrentemos". Curiosamente, esos mismos conciliadores aceptan sin reparo el que los nacionalistas impongan los símbolos de sus comunidades, que a mi me merecen el máximo respeto,  sobre los de la nación como si en ello les fuese la existencia y sin respetar fuero alguno. Aquellos a los que las banderas y otros símbolos (como las selecciones deportivas) no le digan nada, deberían preguntarse por algunos otros problemas que los partidos nacionalista han planteado. ¿Es aceptable que el País Vasco, gracias a su concierto económico, no contribuya a la hacienda del estado? ¿Es aceptable que, aprovechándose de la debilidad y falta de sentido de estado del PP y del PSOE, vascos y catalanes hayan logrado forzar las transferencias de competencias estatales  mucho más allá de lo previsto por el ordenamiento constitucional? ¿Es aceptable que los estatutos de autonomía prevalezcan sobre  nuestra carta magna? ¿Es aceptable que, un día sí y otro también, el resto de los españoles tengamos que oir hablar a los nacionalistas de la "dificultad de Cataluña, o del País Vasco, para encontrar su lugar en España"? ¿Es aceptable que se esté intentando marginar, e incluso excluir,  el uso de la lengua de todos mediante la aplicación torticera de las políticas de inmersión en las lenguas propias de cada comunidad? ¿Es de recibo la falta de reciprocidad en las condiciones de intercambio de funcionarios y profesionales?
Yo creo que más vale pertenecer a una España más  pequeña que a una España continuamente cuestionada y humillada. Háganse los referendos necesarios para que todos los habitantes de  España puedan decidir y expresar libremente si desean seguir siendo españoles. Si los catalanes y los vascos, y aquellos otros que así lo sientan,  no quieren que sus tierras sigan formando parte de España, debemos facilitar el que se liberen  cuanto antes de " la opresión que padecen". Bienvenidas sean  las repúblicas independientes vascas y catalanas (quizás pasados algunos años puedan federarse con IKEA). O puede que  nos encontremos con los reinos de Vasconia y Cataluña, ya que siempre existe la posibilidad  de que a algún "president" o a algún "lehendakari" le guste ceñirse  una corona.

martes, 18 de octubre de 2011

Nostalgias otoñales

El otoño es estación propicia a toda clase de melancolías y tristezas. Melancolías  de las que procuramos huir con la misma presteza con la que algunos niños cierran los ojos  para conjurar sus miedos. Inmersos en un mundo que invita a no mirar nunca atrás y a creer que el futuro es un infinito de gozos y mejoras, nos resistimos a ponernos ante el espejo del tiempo para comprobar lo que fuimos y lo que somos. La vana ilusión de vivir una eterna juventud, confortablemente  instalados en nuestra sociedad del bienestar y el consumo, nos rodea desde que abrimos los ojos cada mañana hasta que conseguimos conciliar el sueño cada noche. ¡Ay de aquel que se atreva a pensar en la velocidad con la que se nos escapa la vida! ¡Ay de aquel al que al echar la vista atrás se acongoje por lo mucho que el tiempo le ha arrebatado!  Puede que debamos ser de nuestro tiempo, pero de vez en cuando, sin caer en la introspección depresiva, debemos contemplarnos en lo que en realidad somos:  Aves de paso que cruzan fugazmente un cielo que no les  pertenece, un cielo ajeno que nunca  tardan demasiado en abandonar.

El negocio de la mediación

La "Conferencia de Paz" de San Sebastián, auspiciada por la izquierda nacionalista vasca como método para internacionalizar lo que llaman el conflicto vasco, ha cumplido ampliamente sus objetivos, tal como era previsible. Un aperitivo y una sobremesa han bastado para que los mediadores "nacionales e internacionales" lleguen a la maravillosa conclusión de "pedir a ETA" el fin de la "confrontación armada " y recabar de los gobiernos de España y Francia "la apertura de  negociaciones sobre las consecuencias del conflicto". Por mucho que uno intente cubrir con el manto de la honradez y  la buena voluntad la actuación de Kofi Annan, Berti Ahem o Pierre Joxe, surge la sospecha de que ninguno de ellos ha ocupado demasiado tiempo en estudiar el problema y de que solamente el dinero (todos estos mediadores han cobrado suculentas minutas) ha guiado sus pasos.  Mención aparte merece la actuación de Guerry Adams, del que no podemos olvidar su adscripción al mundo de los terroristas reconvertidos, que no arrepentidos, ni su manifiesta afinidad por ETA y sus postulados. También es comprensible la actitud del abogado sudafricano  Brian Currim, propietario de un "bufete" dedicado al negocio de la mediación con una rentabilidad asombrosa. Los demás asistentes a la "conferencia", así como los glosadores y apostilladores del comunicado final, deberan rendir cuenta ante el resto de los españoles de sus actuaciones.

miércoles, 12 de octubre de 2011

A vueltas con el Senado

 Casi todos los diarios de cobertura nacional dedican hoy algún espacio a la posible inclusión de la atleta Marta Domínguez en la candidatura al Senado que presentará el PP  por la provincia de Palencia. Al conocer la noticia no he podido alejar de mi pensamiento el hecho de que, en fechas recientes, la Sra. Domínguez ha estado implicada en un turbio asunto en el que el doping y el tráfico de sustancias dopantes se mezclaron con unas oscuras y sospechosas investigaciones de la Guardia Civil. Un asunto del que todavía nadie no nos ha dado una explicación satisfactoria, pero que sacó a la luz indicios de un posible fraude fiscal o al menos de una conducta de doña Marta en relación a los impuestos que como mínimo podríamos calificar de poco solidaria y menos patriótica. Creo que semejantes antecedentes no son la mejor carta de presentación para iniciar una carrera política. Quizás el respeto a la presunción de inocencia pueda poner en entredicho mis prevenciones y que algunos se consideren obligados a descalificar mis reflexiones sobre el tema, pero nadie negará que si el PP llega a incluirla en sus listas no será con la esperanza de que desarrolle una labor útil en el Senado, sino como mero elemento propagandístico que, con su indudable prestigio como atleta y su estudiado victimismo en relación al tenebroso asunto mencionado, atraiga votantes hacia las listas del partido. Si llega a ser elegida, la Sra. Domínguez se sumará al numerosísimo grupo de políticos que reciben una jugosa remuneración, y un sinnúmero de privilegios, sin desarrollar labor alguna en benefício de la nación.  Si doña Marta quiere dedicarse a la política quizás debiera haber iniciado su carrera en los comicios municipales, como candidato a un puesto de concejal de su ayuntamiento, sin remuneración o con unos devengos proporcionados a su contribución al bienestar público, en lugar de encaramarse a un escaño de nuestra inútil cámara alta en el que la posibilidad de realizar una labor productiva es infinitesimal.

lunes, 10 de octubre de 2011

Del PER y sus falacias

 Entre los políticos andaluces de todos los colores se ha desatado una oleada de indignación ante las palabras, despiadadas pero certeras, de un dirigente catalán: "Mientras en nuestros campos los payeses no pueden recoger los frutos por la caída de los precios en Andalucía se cobran subsidios para pasar el día en el bar". Quizás mi cita no sea literal pero el sentido y la intención del señor Durán están bastante bien recogidos. El ahora llamado Plan de fomento del empleo agrario (PFEA), anteriormente llamado PER (Plan de empleo rural)  y en sus comienzos Empleo comunitario, ha estado desde los primeros momentos de su creación, plagado de toda clase de corrupciones y corruptelas que desvirtúan cuanto de positivo pudo tener la idea en su origen. Solamente la hipocresía, y el miedo a perder el vivero de votos cautivos del campo andaluz, puede explicar el que nuestros políticos defiendan unos subsidios que, como está claro para cualquier estudioso que los analice, no contribuyen al desarrollo de nuestro campo y han sido un freno para la que las juventudes de los pueblos andaluces centrasen su camino hacia el futuro en el perfeccionamiento personal, en la innovación y en el trabajo. Por un comprensible pudor (ese subsidio avergüenza a todo el que tiene dignidad) nuestras autoridades son reacias a informar con claridad del alcance actual de esos subsidios. Algunos han limitado su repuesta al señor Durán a la afirmación de que el PER ya no existe. No existe PER pero si existe su sucesor y, sobre todo, permanece entre los trabajadores agrícolas de Andalucía la cultura de el subsidio que durante muchos años dio lugar a que en provincias como Huelva se tuvieran que traer trabajadores extranjeros para la recolección de la fresa mientras muchos de los indígenas cobraban el PER (ese subsidio se conoce y conocerá siempre como el PER) y trapicheaban alegremente en la economía sumergida.  Me gustaría que nuestros dirigentes fuesen menos sensibleros ante las críticas, muchas veces acertadas, de señores como Durán y dedicasen sus esfuerzos  a imponer la cultura del trabajo y del esfuerzo en nuestro agro y en nuestras ciudades, con lo que los andaluces no tendríamos que sonrojarnos con tanta frecuencia.

domingo, 9 de octubre de 2011

De la senescencia del senado.

Hoy he recibido un correo electrónico en el que me invitan a dejar vacío el sobre del Senado en las  elecciones del próximo 20 de noviembre. Esta iniciativa la presentan sus promotores como una forma de hacer visible el desacuerdo con la existencia de esa cámara. No hay que ser demasiado radical para sentirse obligado a dar la razón a los que proponen la medida.   Para aquellos a los que la palabra senador lleva a sus mentes la figura de un prócer cargado de saber y de años, una visita al palacio de la plaza de la Marina Española podría ser tan dura como un brusco despertar en una madrugada de enero. Los dos centenares largos de políticos de todos los pelajes, que gracias a uno de los muchos dislates incluidos en la constitución se reparten los jugosos escaños de tan insustancial casa, pueden ser paradigma de muchas cosas, pero los colores del saber y  la madurez no forman parte de sus divisas.  Carente de verdadera capacidad legislativa y con irrelevantes posibilidades de control del gobierno, el Senado, al que sin el menor recato todos los españoles califican de inútil, se convirtió desde los albores de su existencia  en un excelente refugio de políticos incapaces, quemados o defenestrados, un lugar donde los partidos políticos aparcan a sus miembros inútiles para la lucha diaria pero con los que se sienten en deuda, o a los que se teme ofender.
 Nuestros políticos llevan décadas hablando de la necesidad de reformar la constitución para dar a la cámara alta la capacidad real de servir como cámara territorial. Los ciudadanos, a los que las cuestiones "territoriales" suelen poner los pelos de punta, han ido derivando hacia la creencia de que la reforma constitucional debe servir para  la supresión de una institución tan  inútil como gravosa. El desapego que siente la población  hacia el Senado  por su irrelevancia, se acrecienta por la indignación que piscinas, gimnasios, traductores, y otros muchos costosos caprichos de los senescentes senadores producen entre los que, día tras día, se tienen que apretar el cinturón para llegar a fin de mes. Bien harían los partidos en buscar pesebres menos caros y lujosos para sus desechos de tienta, si los señores senadores son incapaces de ganarse la vida con el sudor de su frente se puede encargar a los sindicatos que les organicen unos cursos de formación profesional sin demasiadas pretensiones y  adecuados a su nivel intelectual.

viernes, 30 de septiembre de 2011

El autobús descapotable.

Descapotable: "Dícese del coche que tiene capota plegable" (DRAE). Algunos preferiríamos una definición más abierta; de acuerdo con las reglas de nuestra lengua, descapotable debería ser todo aquello a lo que se le puede quitar la capota. De algunos años acá,  se me ha exacerbado la sensibilidad ante las aberraciones en el uso de la lengua y ante la indiferencia que muestra la sociedad para esos desaguisados.  Estamos aceptando sin apenas resistencia que el término "clima" sustituya a "tiempo" en el discurso de muchos periodistas, con su inevitable contagio al resto de la población. No es de recibo que cuando en Málaga una tormenta altera la marcha de algún acontecimiento deportivo se diga que el responsable del desaguisado haya sido "el clima adverso". Por mucho que llueva algunos  días, y por mucho que insistan los medios de comunicación, el clima de nuestra costa mediterránea no merece el calificativo de adverso más que para actividades tan especiales como la cría del oso polar. La barbaridad se incrementa cuando el problema ya no es el "clima adverso" sino la "climatología adversa"; en ese caso no solamente se confunden los conceptos sino a estos con las ciencias que los estudian. Con igual horror deberíamos contemplar como el término "internacional" está sustituyendo a "extranjero" en muchas informaciones. La moda no se limita a los comentaristas deportivos, ya que esta nueva acepción de "internacional" ha encontrado gran acogida en otros muchos sectores y podemos oír y leer cosas tales como: "... en el congreso han participado más de trescientos especialistas, tanto españoles como internacionales."   Volviendo sobre el título de esta entrada, la utilización aberrante de "descapotable" en lugar de "descubierto"  me sorprendió por primera vez durante las celebraciones del triunfo de España en el campeonato mundial de futbol.  Una y otra vez pudimos oír a algunos comentaristas deportivos hablar del recorrido que hizo nuestra selección nacional de futbol por el centro de Madrid en "autobús descapotable". Lo que en su momento me pareció el error de unos determinados informadores se ha extendido como el aceite y, de entonces acá, otros muchos clubs y selecciones deportivas se han paseado en tan curioso vehículo por las calles de España. Me gustaría que los que, por la naturaleza de su  profesión, se han convertido en los grandes enseñantes de nuestra lengua  no la "descapotasen" con tanta alegría. Quizás debería ser obligatorio que en los periódicos y en las emisoras de radio y televisión alguien estuviese encargado de reconducir por el buen camino a estos desenfadados "innovadores de la lengua".
P.S. Los periodistas no son los únicos que machacan la lengua, buscando en la red hemos encontrado una buena cantidad de anuncios de alquiler y venta de  "autobuses descapotables"

jueves, 1 de septiembre de 2011

El recorte de dineros en la enseñanza.

Algunas comunidades autónomas, acuciadas por un déficit insostenible, se han lanzado a recortar los gastos de la administración, y estos recortes, implantados o anunciados, afectan naturalmente al mundo de la enseñanza. Si se toma como modelo lo que Castilla-La Mancha, Madrid y otras regiones han anunciado los cambios más "drásticos" serán los que afecten a la dedicación lectiva semanal de los profesores y al número de alumnos por aula, junto con una reducción muy significativa del número de liberados sindicales. Las medidas han originado un sinnúmero de lamentaciones, además de los irremediables anuncios de mil huelgas y manifestaciones. Oyendo y leyendo los argumentos de los que se oponen a los recortes no puede uno menos que sonrojarse. ¡Que fácil es hacer demagogia cuando se trata de la educación, de la sanidad y de otras prestaciones sociales! Según los que se lamentan, el que los profesores de secundaria pasen a dar veinte horas semanales de clase en lugar de dieciocho será una catástrofe para la calidad de la enseñanza. Nadie parece interesado en que se diga que, aunque la actual legislación sitúa en veintiuna el máximo de horas de clases semanales, la inmensa mayoría no llega a las dieciocho y muchos dan menos de quince, y nadie parece recordar que en tiempos no muy lejanos era normal que la mayor parte de los profesores llegasen a ese límite o se acercasen mucho a él. En esos tiempos, los niveles de nuestra esnseñanza secundaria eran muy superiores a los actuales sin que ese número de horas "matase" a los profesores, que además manejaban grupos de cuarenta alumnos. Me gustaría ver la cara de sorpresa de la mayor parte de los españoles si se publicase un cuadro comparativo con las condiciones de trabajo de los profesores de toda Europa. Los profesores españoles no han estado nunca entre los más "exprimidos" ni lo estarán cuando se implanten las reformas. Augurar una pérdida de la calidad del sistema educativo a causa de un aumento del 11% en el número de horas de clases de los profesores es de una hipocresía sin parangón. ¿Es peor la enseñanza en los colegios privados? Los  profesores de los centros concertados trabajan más horas y cobran menos que los de los centros públicos y, pese a ello, sus alumnos consiguen igual o mejor preparación. Entiendo que a nadie le guste un aumento en sus horas de trabajo y que eso se perciba como un retroceso en su situación personal, pero no es de recibo esconder las verdaderas causas del malestar tras una pretendida defensa de la calidad de la enseñanza.
Pero no todo es hipocresía entre los que se lamentan; puedo entender el desconsuelo de los interinos que ven peligrar sus puestos de trabajo y también entiendo la "indignación" de los liberados sindicales que, muy a su pesar, tendrán que volver a ganarse el pan con el sudor de sus frentes. 
Los tiempos que se avecinan nos van a deparar, desgraciadamente, muchas ocasiones para lamentar retrocesos en nuestro bienestar. Ojalá la crisis sirva para depurar las mil y una corruptelas que al amparo de los "buenos tiempos" se implantaron en todos los niveles de la administración. Todos esperamos de la inteligencia y la prudencia de nuestros futuros gobiernos el que no sean demasiados los años necesarios para reemprender el camino del progreso.

martes, 30 de agosto de 2011

La guerra del estramonio.

Los regidores de algunos ayuntamientos de esta nuestra asombrosa España han ordenado el arranque de todas las plantas de Datura stramonium asentadas en sus términos municipales. La higuera loca, que es una de las muchas formas en que se llama a la planta, ha merecido la pena capital por cometer el terrible delito de "haberse dejado ingerir" por algunos miembros de ese sector de nuestra juventud capaz de hacer cualquier cosa  con tal de "colocarse". Pido a los dioses que la fitofagia festiva no se convierta en parte esencial de los innumerables botellones y "guateques" al uso de nuestros inmaduros. La flora española, una de las más amplias del hemisferio norte, es rica en especies tóxicas y son muchas las plantas con contenidos más o menos altos de sustancias psicotrópicas que vegetan en nuestra vecindad. La familia de las solanaceas, a la que pertenece el estramonio,  extiende sus especies por todos nuestros  huertos y jardines - muchas son comestibles o de interés ornmamental-, por las cunetas de nuestros caminos y en los múltiples baldíos y muladares que rodean la mayor parte de nuestros pueblos. Si nuestras ínclitas autoridades, espoleadas por el afan de buscar algún culpable que nos permita eludir la responsabilidad de nuestros dislates, declaran la guerra preventiva a nuestro entorno vegetal,  podremos dar un espectáculo  digno de las mejores comedias del cine mudo. Me imagino a los operarios municipales arrancando patatas, pimientos,  tomates, y otros parientes del terrible estramonio, sin perdonar a otros presuntos culpables como las adelfas que adornan jardines y carreteras o las preciosas dedaleras de nuestros montes. La naturaleza está llena de plantas tóxicas capaces de provocar la muerte y de animales que, ¡sin haber sufrido las torturas de la ESO!, saben que no deben comerlas y no las comen. ¡Asombrosa sabiduria  la de las vacas y las cabras! 
Vivimos en un país en el que, si a un niño  lo atropella un autobús cuando patina imprudentemente en la calzada, el ayuntamiento está obligado  a elevar hasta el metro y medio de altura la cerca existente alrededor de la pista de patinar y pedir disculpas a tirios y a troyanos. Si al manipular, con intenciones poco claras, una caseta transformadora  de alta tensión un presunto delincuente sufre una descarga, se levantará un clamor unánime  contra la compañía eléctrica por la "falta de seguridad de sus instalaciones" y todos se volcarán en condolencias para "la víctima".  En España la culpa siempre es de otro. Todo vale menos aceptar y exigir las responsabilidades derivadas de nuestras irresponsabilidades y de nuestras estupideces.

lunes, 22 de agosto de 2011

Los dineros para el papa.

Las Jornadas Mundiales de la Juventud, que acaban de terminar en Madrid, han dado lugar a una  catarata de informaciones y comentarios, a favor muchos de ellos y en contra otros tantos.  El leivmotiv de la mayor parte de las opiniones adversas al acontecimiento ha sido y sigue siendo el costo económico de los actos. Muchas voces han clamado contra el empleo de dinero público en las actividades de una organización privada que solamente interesan a una minoría de la población. Indudablemente la Iglesia Católica es un organización de derecho privado, al igual que otras muchas:  la Unión General de Trabajadores,  las Confederaciones de Empresarios, el Partido Socialista Obrero Español, el Partido Popular, Comisiones Obreras, el Barcelona Club de Futbol. el Real Madrid, la Cruz Roja, Médicos Sin Fronteras, etc.etc. Todas ellas reciben dinero público, directamente o provocando gastos en sus actividades. Creo que el desideratum de muchos está en un mundo en el que las subvenciones solamente se encuentren en la memoria. Pero las subvenciones siguen proliferando hoy y sin duda proliferarán aún más en el futuro. Lo que me ocupa en esta entrada no es tanto el dilema "Subvenciones sí. Subvenciones no" sino el clamor magníficamente orquestado contra un determinado gasto, que los organizadores niegan, mientras los escandalosos dispendios, con los muchas organizaciones públicas y privadas nos regalan cada día, solamente parecen merecer el silencio, cuando no el apoyo, de nuestros hipercríticos descontentos. Pero la cosa es mucho más comprensible  si estudiamos las pancartas de algunos de los que han protestado o si leemos entre líneas sus declaraciones.  Un anticlericalismo decimonónico se esconde en la utilización sesgada y falaz del los términos "laico" y "aconfesional" para negarle a los católicos del país el pan y la sal. Quien esto escribe se encaja a si mismo en el agnosticismo y el laicismo más exigente, laicismo que no puede pretender borrar los mil hechos culturales derivados de la historia católica de España en favor de una absurda "multiculturalidad" .

viernes, 12 de agosto de 2011

Los turistas también aprenden.

Los incidentes de los últimos días en Lloret de Mar suponen una llamada de atención sobre las consecuencias de que en España hasta el más lerdo sepa muy bien que incumplir las leyes no comporta ninguna sanción la mayor parte de las veces. No creo que sea frecuente en ningún destino turístico del mundo civilizado, ni tampoco en los de otros países con menos pretensiones, el que grupos de visitantes se atrevan a enfrentarse a las autoridades locales a botellazos y pedradas y que luego se dediquen a destrozar el mobiliario urbano con una fruición rayana en la vesania. Pero no debemos asombrarnos, los turistas no son tontos y ya conocen las costumbres nacionales mejor que nosotros mismos.  Saben que los locales de ocio no respetan los horarios de cierre, saben que el alcohol se consume sin medida ni control tanto en los locales nocturnos como en la vía pública, saben que en público y en privado hay una gran tolerancia en lo relacionado con el consumo de "ciertas sustancias", saben que los precios de las bebidas son muy inferiores a los que rigen en sus países, saben que muchos comportamientos que en sus lugares de procedencia los llevan irremisiblemente ante un juez aquí se les permiten e incluso se les "ríe la gracia". Saben también que en ciertas zonas de nuestra geografía, se ha renunciado a cualquier intento de ser un destino turístico de "calidad" y lo único que se esfuerzan en ofrecer al visitante es "sol gratuito y alcohol barato". Con esas premisas somos un foco de atracción para masas de individuos inmaduros, de muy escasa cultura, menos poder adquisitivo y nulos condicionante éticos, que nos llegan desde todos los confines de Europa. A muchos ayuntamientos, hoteleros y hosteleros les encantan estos huéspedes porque no demandan calidad,  ni en los alojamiento y los servicios,  ni en el urbanismo y el medio ambiente. Es cierto que son gentes que dejan poco dinero, pero a cambio de él reciben muy poca cosa: alcohol de mala calidad a precios de saldo y arena de playa más o menos limpia. Las palabras grandilocuentes de los munícipes de Lloret  tras los incidentes son casi tan ridículas como las de los representantes de los hosteleros de la población, que con increíble cinismo pretenden convencernos de que la solución al problema está en prolongar la apertura de los locales hasta el amanecer para que los borrachos se vayan directamente a sus hoteles.

jueves, 11 de agosto de 2011

Nosotros somos pacifistas.

Los señores del 15 M y sus corifeos están multiplicando sus declaraciones de repudia a los acontecimientos de Inglaterra, desmarcándose de los "indignados" londinenses y, aprovechando el tirón, de sus homólogas chilenos.  Sesudos politólogos, profundos sociólogos y otros "doctos" diversos se han apresurado a señalar las grandes diferencias  que existen entre el movimiento español y las turbas británicas. El racismo y la exclusión social de las minorías es, según esos estudiosos del tema,  lo que subyace en el problema inglés y la causa de la violencia desatada. ¿En Chile también han tenido los disturbios las mismas causas? No parece muy probable y, ante la duda,  nuestros expertos han preferido dejar el asunto de Chile para otro día. Al parecer otra de las grandes diferencias es que en España "los indignados" piden una evolución del sistema mientras que en otros lugares se inclinan por la revolución y la policía les pega tiros. ¿Se referirá este experto a la policía inglesa? Algunos se atreven a  afirmar cosas tan arriesgadas como que: el "15 M" es un movimiento social en toda regla,  horizontal, asambleario y no violento que, hasta sus pancartas, "tienen un lado humano". Parece ser que nos hacen el gran favor de no portar pancartas inhumanas. Loado sea Dios. 
En unas recientes entradas, que llamé "El 15 M" y "Redes sociales", expresaba mis temores acerca de la falta de virtudes democráticas de los movimientos de masas promovidos mediante la telefonía móvil y las redes sociales. También intentaba poner de relieve el peligro que conlleva la actitud, cuando menos "contemporizadora", de las autoridades y de muchas fuerzas sociales ante actuaciones de dudosa legalidad, o claramente ilegales, de esos grupos. Comparadas sus acciones con los sucesos británicos y chilenos, la no violencia  de los "indignados" españoles parece indudable. Pero, ¿Basta con no quemar edificios y coches para ser considerados pacíficos? ¿Es suficiente no saquear comercios para ser "no violentos"? Los señores del 15 M se han apropiado de diversos espacios públicos mediante la fuerza y la coacción y nuestras autoridades, al transigir en ello, han legitimado a cualquier otro grupo para considerarse con los mismos derechos y actuar de la misma forma. Todos hemos podido oír en la televisión y en la radio a los convocantes de las manifestaciones de protesta por la visita del papa utilizar los mismos argumentos  empleados por los señores 15 M para justificar sus ocupaciones de calles y plazas para no aceptar los cambios que las autoridades, con el loable fin de evitar altercados, quieren obligarles a adoptar en los recorridos de sus marchas de protesta. ¡Nadie puede quitarles su derecho a utilizar todas las calles de Madrid como y cuando deseen!. Dicen ellos.

miércoles, 10 de agosto de 2011

Las ediciones de autor.

Vivimos tiempos difíciles para los escritores  noveles.  Cada día somos más los que, como ocio o como negocio, dedicamos parte de nuestro tiempo a la escritura y luego intentamos que nuestros escritos vean la luz. Ficción, poesía, ensayo, manuales técnicos, en cualquier  campo literario el número de autores y obras se incrementa año tras años de forma casi exponencial, mientras  la lectura en la sociedad española se estanca, o crece lentamente, y las editoriales sufren la crisis económica con una enorme virulencia.
Tratar de conseguir que algún editor acepte la publicación de sus obras es para la mayor parte de los autores noveles un viacrucis que suele terminar en el agotamiento y la renuncia. Muchos sellos editoriales, desbordados por el sinnúmero de originales que reciben, se encuentran a la defensiva; algunos anuncian que no desean recibir originales no solicitados, otros piden que se les envíen solamente "resúmenes de las obras, acompañados por el curriculum del autor".
En todos los tiempos, las ediciones  de autor, autoediciones, permitieron sacar a la luz libros que las editoriales al uso habían rechazado, generalmente por considerar no rentable su publicación. Desgraciadamente el elevado costo de las ediciones, con sus consiguientes procesos de  corrección, maquetación e impresión, hace prohibitiva la autoedición salvo para  opúsculos o para tiradas muy reducidas. Cuando el costo no supone un obstáculo para el autor, la dificultad de la distribución y promoción de las obras suele hacer que la mayor parte de los ejemplares impresos tengan como destino último pudrirse en algún trastero o almacén.
Internet es la solución más viable para aquellos que, fuera de los círculos editoriales tradicionales, buscan más la satisfacción de ver su obra publicada que la obtención de rendimientos económicos. Al margen de las web con las que las editoriales tradicionales se han incorporado al mundo del negocio electrónico, abundan en la red los sitios y las páginas web en las que los autores ofrecen sus obras  para su descarga en diversos formatos. Las descargas pueden ser gratuitas o previo pago, aunque esto último no suele ser demasiado rentable para los autores que no tienen un nombre acreditado.
En los últimos años ha surgido una nueva forma de autoedición en la que se combina la impresión en papel con la descarga desde la red. Se trata de empresas de servicios que ponen a disposición de los autores sus sitios web para "colgar" las obras y que además brindan, a los mismos autores o a cualquier otra persona, la posibilidad de obtener ejemplares impresos  "bajo demanda".  Salvo el costo de los ejemplares que quiera mandar imprimir, el autor no tiene que pagar nada. Debe quedar claro que no se trata de verdaderas editoriales sino empresas que se limitan a prestar determinados servicios a los autores. Estas empresas no discriminan las obras que se publican. El autor es siempre el responsable de los contenido y  el encargado de la corrección y maquetación del libro, que debe subirse a la web como archivo PDF o similar para ser publicado tal cual. Previo pago, las empresas suelen poner a disposición de sus clientes-autores un cierto número de servicios extras, como la corrección ortográfica, la maquetación profesional, la gestión del ISBN y del Depósito legal, para facilitar y mejorar la edición, aunque muchos de esos servicios tienen un costo elevado que los sitúa fuera del alcance de la mayoría.
La aparición de estas empresas, que en España tienen como único representante a Bubok Publishing S.L., ha supuesto la posibilidad de que muchos autores puedan ver sus libros impresos y puedan venderlos en la red  sin estar obligados a pagar por ello ni un solo euro.

En esta página de Bubok pueden encontrarse algunas de mis publicaciones.



martes, 9 de agosto de 2011

Redes Sociales

Los acontecimientos que estos últimos días sacuden Londres tienen un denominador común con los movimientos de masas que se vienen produciendo en distintos países desde hace unos meses. Las "primaveras árabes", las "indignaciones" en España y Grecia y otras manifestaciones del mismo estilo, asombran por la concertación y coordinación de los que participan y por la aparente ausencia de dirigentes. Las llamadas redes sociales se encuentran en la base de estos fenómenos. La velocidad con la que en estas redes se pueden difundir llamamientos y convocatorias solamente es equiparable a la que pueden conseguir las cascadas de mensajes cortos de telefonía móvil. Cascadas de mensajes que los españoles conocemos muy bien por sus efectos políticos tras los atentados de Atocha.
Al igual que otros avances tecnológicos soportados por Internet, como el correo electrónico o las ventas "en linea", las redes sociales están contribuyendo de forma muy importante a la conformación de las nuevas sociedades de la era global. La circulación sin límites de la información y la facilidad de comunicación instantánea entre los individuos han hecho que las nuevas generaciones puedan ver el mundo a través de un prisma que era inimaginable hace solamente veinte años.  A los nacidos antes de los sesenta nos resulta difícil apreciar muchas de las bondades de estos sistemas y tenemos tendencia a fijar nuestra mirada en las facetas negativas  que, naturalmente, también tienen. La falta de complicidad de mucha gente madura con estos  adelantos técnicos viene motivada, en la mayor parte de las ocasiones, por la dificultad que el aprendizaje de su uso conlleva para los que han tenido acceso a  ellos cuando ya no eran demasiado jóvenes. Muchas veces la dificultad de aprendizaje se disimula aparentando desprecio a los nuevos medios, y muchas veces ese deprecio oculta la envidia que los jóvenes, con su enorme facilidad para adaptarse a los nuevos sistemas, producen.
Pero no toda la desconfianza en las nuevas tecnologías  se debe al miedo generado por lo que no está a nuestro alcance. Las redes sociales y las  vías de comunicación electrónicas pueden ser muy peligrosas cuando se utilizan para mover masas. En la que quizás sea la mayor virtud de esos avances técnicos, la inmediatez de las comunicaciones, está su mayor peligro. Convocar a un número ilimitado de personas para reunirse "ahora mismo" en la Puerta del Sol, o ante la sede de un partido político, o en una determinada calle de Londres puede dar lugar a que la premura de la cita y la emotividad del mensaje convocante impidan el análisis reposado de las motivaciones y despejen el camino a  respuestas irreflexivas, con resultados muchas veces no deseados por los participantes.
Al peligro de la irreflexión de las respuestas hay que añadir el del anonimato de los convocantes. Para los ciudadanos corrientes es imposible descubrir el origen de una cascada de mensajes de telefonía o de comentarios en una red social y, por tanto, responden a la convocatoria confiados en la honradez y buena fe de desconocidos. A los que responden a la llamada nadie les garantiza que no existan intereses ocultos en la convocatoria. El anonimato de las convocantes permite salvar cualquier consecuencia  negativa de las concentraciones con la misma respuesta que obtuvo la  búsqueda de los culpables de la muerte del comendador: "Fuente Ovejuna, Señor". Fuente Ovejuna puede ser una excelente y muy hispánica respuesta a las demandas de un tirano, pero es una vulgar y monstruosa cobardía si se utiliza para ocultar a los responsables de un desafuero. Generalmente, salvo que los hechos resultantes de las convocatorias dieren lugar a profundas investigaciones policiales y rigurosas actuaciones judiciales, el anonimato permitirá a los convocantes mantenerse al margen de las consecuencias de sus actos. Y a veces ni siquiera necesitan utilizar el "Fuente Ovejuna",  siempre es posible achacar los desaguisados a "sujetos incontrolados", sujetos cuya existencia es muchas veces dudosa pero cuya evocación es siempre muy conveniente.