sábado, 29 de septiembre de 2012

El no ser del PSC.


Creo que los acontecimientos de los últimos días ponen de actualidad lo que yo escribía en este blog hace ya casi un año. Ahora el problema no es la elección de un secretario general, sino el posicionamiento ambiguo del PSC ante el independentismo de Convergencia. 

miércoles, 30 de noviembre de 2011


PSC. ¡Ser, o no ser, es la cuestión!

La posible, e incierta, candidatura de doña Carme Chacón a la secretaría general del Partido Socialista ha reavivado una vieja cuestión: ¿El PSC es parte del PSOE? Quizás la mejor respuesta la encontremos en la web del mismo PSC: "Aquest nou partit, el PSC, es constituïa com a partit sobirà, autònom respecte del PSOE, però amb un protocol d'unitat que establia la seva participació en els òrgans federals: l'Executiva, el Comitè Federal, i el Congrés. El PSC, per tant, és un partit sobirà federat al PSOE, i això el fa singular en el conjunt del socialisme espanyol ja que, tot i participar en els seus òrgans federals, té personalitat jurídica pròpia, finances independents i manté una total autonomia d'acció en el marc de la política catalana."
Está bien claro. El PSC es un partido soberano con personalidad jurídica y economía propias que, sin embargo, tiene derecho a participar en todos los órganos federales del PSOE. Esta peculiar relación está fundada en al acuerdo, de abril del 77, por el que se produjo la absorción de la Federación catalana del PSOE por el PSC. El partido socilalista catalán, pese a sus pretensiones "históricas" había nacido un año antes por la fusión de diversos grupúsculos socialistas catalanes. Un acuerdo tan asimétrico solamente puede hoy comprenderse teniendo en cuenta la indigencia de conocimientos políticos e históricos que caracterizaba a los dirigentes del PSOE de la época. Posiblemente sean muchos los que en el PSOE actual se asombran de la falta de visión de futuro que los llevó a desaparecer como partido en Cataluña, con la única contrapartida de intentar asegurar para el "socialismo catalán" la victoria en las elecciones del 77, e impedir con ello el triunfo de la "derecha".
Pero para comprender el problema no es suficiente conocer la situación "de iure", ya que en el quehacer diario la que vale es la "de facto". Basta echar la mirada atrás para comprobar como el PSC ha actuado siempre al margen del PSOE, e incluso en contra de sus intereses. Incapaces de enfrentarse a sus socios y dominados por un terrible complejo de inferioridad, los órganos federales del Partido Socialista han minimizado una vez tras otra la importancia de los desacuerdos y la iniquidad de las traiciones de "los compañeros catalanes". Quizás fue Pascual Maragall, primero alcalde de Barcelona y luego presidente de la Generalidad, quien comenzó a dejar ver sin ningún pudor que, en su partido, el catalanismo pesaba mucho más que el socialismo y desde luego mucho más que "lo español". Su deriva nacionalista llegó la cima con el nuevo Estatuto de Autonomía y con el consiguiente referendo, para el que el PSC utilizó el interesante lema "Sí: guanya Catalunya. No: guanya el PP". Su sucesor en la presidencia y en el gobierno del partido, José Montilla, demostró con su alianza con los independentistas de Esquerra Republicana, y con sus actuaciones como cabeza visible del "tripartito", como el afán de dejar de ser un charnego puede hacer que algunos olviden sus propios orígenes y las tierras de sus padres. Maragall y Montilla, con gran desilución de los no nacionalistas que los habían votado, no perdieron durante sus mandatos ni una sola oportunidad de demostrar su independencia del PSOE, ni de hacer gala de un catalanismo ultramontano en absurda competencia con los nacionalismos de CyU y de Esquerra Republicana. Triste es decirlo pero, olvidando que sus bases están nutridas preferentemente por esos a los que los nacionalistas radicales llaman charnegos y los más "caritativos" els altres catalans, el PSC ha querido demostrar por activa y por pasiva que ¡a catalanista no le gana nadie! y, claro, ¡así les está yendo en las últimas elecciones!
Ya se oyen voces que, desde dentro del PSOE, reclaman la denuncia de los pactos del 77 y la refundación del partido en Cataluña y son muchos más los que, aún a riego de ser tachados de anti catalanes, niegan a los miembros de PSC el derecho a alcanzar la secretaría general del partido. No es difícil comprender que, con parecidos antecedentes, el proceder de PSE esté produciendo la misma amarga frustración en muchos socialistas de dentro y de fuera del País Vasco, y que el problema alcanzará tarde o temprano a todas las federaciones del partido. Las recientes derrotas electorales pueden acentuar la disgregación del PSOE o, ¡ojalá fuese así!, servir de revulsivo y propiciar su regeneración. Seamos optimistas. Quizás algún día los "socialistas obreros españoles" intenten corregir los errores que, al apoyar a sus partidos "hermanos", los han hecho cómplices del deterioro creciente de la convivencia entre las regiones de España. Pero deben actuar con diligencia ya que el agua derramada es difícil de recoger y la desesperanza se está extendiendo como una mancha de aceite.

viernes, 28 de septiembre de 2012

Nadadoras indignadas.

Los medios de comunicación llevan unos cuantos días dándole vueltas a esa carta en la que algunas deportistas, que habían formado parte del equipo nacional de natación sincronizada, denuncian las presiones y vejaciones a las que, durante años, las sometió su entrenadora. No ha llegado a mí ninguna información que me permita pensar que los hechos denunciados sean falsos y que las nadadoras mientan, pero sí debo decir con toda sinceridad que algo huele a podrido en Dinamarca. Esas señoras ponen el grito en el cielo por el trato verbal que recibían durante los entrenamientos y nos cuentan que se las "llamaba gordas" y que se les impedía "salir de la piscina para vomitar". Si la única expresión desagradable de la entrenadora era llamar gorda a alguna de las nadadoras, debo decir que  en la natación sincronizada el "lenguaje de trabajo" es versallesco comparado con ese, mucho más próximo a lo cuartelero que a cualquier otro argót, que se suele oír a todas horas en los gimnasios y estadios. Si verdaderamente la entrenadora las humillaba, me asombra que esas señoras hayan esperado a estar fuera de la selección y a que se relevase a la presunta tirana para realizar sus denuncias. El caso parece encuadrarse dentro de los que podemos calificar como de "indignación sobrevenida".
Todo el asunto tiene unos tufillos a hipocresía que me hacen desconfiar en la honorabilidad de las intenciones. Estos dimes y diretes encajan mejor con las venganzas de los que no fueron capaces de lograr sus objetivos y con los politiqueos federativos.  Enfín,  el tiempo dirá si yerro.

domingo, 23 de septiembre de 2012

Adiós, Cataluña, adiós.

Una multitudinaria, y bien organizada, manifestación independentista ha venido a recordarnos a todos los españoles algo que muchos de nuestros líderes no quieren oír pero que los políticos catalanes, y la inmensa mayoría de los directivos y portavoces de las instituciones publicas y privadas de Cataluña,  nos vienen repitiendo día tras día, mes tras mes, año tras año: Cataluña no tiene encaje en España. Los catalanes no se sienten españoles. Cataluña está siendo expoliada por España. Cataluña tiene derecho a un estado propio. Cataluña quiere ser independiente de España.
No creo que  sea conveniente, ni viable, obligar a nadie a ser español, ni francés ni catalán, y todos los nacidos en España tenemos derecho a renunciar a la nacionalidad y buscar mejor acomodo en el concierto de los pueblos. Otra cosa es la segregación de un territorio, que durante muchos siglos ha formado parte de un estado, para constituir una nueva nación independiente. Cataluña no es una finca de los partidos políticos y si existe una titularidad de los derechos de propiedad del territorio esta corresponde a todos y cada uno de sus habitantes.No creo que todos los catalanes sean partidarios de la separación de España y me preocupa la manera en la que sería posible, llegada la secesión, salvaguardar los derechos de los que se sienten españoles. No sé, ni creo que nadie sepa, cual sería el tanto por ciento de independentistas necesario para justificar moralmente la toma de una decisión de tanta transcendencia para unos y otros. Es claro que los políticos arrimarán a sus sardinas las condiciones para que las mayorías necesarias se dispongan como convengan a sus intereses, sin reparar en zarandajas morales y otras cuestiones humanas políticamente intrascendentes.
Con la misma timidez y la misma dispersión de siempre, dirigente políticos e intelectuales de todas las raleas han salido al paso de la reclamación catalanista con los argumentos mil veces repetidos: La falsificación de la historia que hacen los nacionalistas, el victimismo económico carente de fundamento, la imposibilidad legal de la secesión, la solución federal de los problemas del estado, etc.etc.. Es increíble que señores tan sesudos no se hayan percatado todavía de que el independentismo actual de Cataluña, y el de otras regiones de España, está blindado ante la razón y es insensible a las razones. Treinta años de lavado de cerebro en las escuelas y la utilización masiva de los caudales públicos en favor de todo lo catalán y en contra de todo lo español, han hecho surgir nacionalistas radicales incluso en familias de inmigrantes  cuyas raíces están aun muy vivas en otros lugares de España. Creo que es inútil intentar remediar ahora lo que los errores de nuestra, tan alabada como colmada de barbaridades, transición a la democracia estropeó. Para desgracia nuestra, la cosa ya no tiene arreglo.
Tal como, con otros fines, afirmaba hace pocos días el Sr. Mas, creo que somos muchos los españoles que estamos cansados. Estamos cansados de la reivindicación continua de privilegios económicos por parte de esas que se convino llamar nacionalidades históricas. Estamos cansados de que se nos considere responsables malintencionados de pretendidas desgracias ajenas. Estamos cansados de someternos a las extorsiones de unas gentes que extienden una mano para exigirnos dinero y con la otra nos hacen higas y cortes de manga. Estamos cansados de que se nos ofenda sistemáticamente atacando nuestros símbolos nacionales mientras se nos pide que respetemos y reverenciemos los ajenos.  Creo que ha llegado el momento de que los catalanes, que siempre han exigido el derecho a decidir, decidan:  Una de dos. O dentro de España en igualdad con el resto de los españoles o fuera de España.
Pero una cosa debe quedar clara:  Fuera de España significa fuera de España. Me producen estremecimiento algunas de las cosa que hemos oído en el pasado y que se están repitiendo estos días: Según algunos políticos  de C.y U. y de otros partidos catalanes, la Cataluña independiente mantendría unas relaciones muy estrechas con España y, atendiendo a algunos significados líderes del mundo del fútbol, aunque Cataluña llegue a ser independiente y con federaciones deportivas propias, el Barcelona seguirá compitiendo en la liga  española de fútbol. etc.etc.  Vamos allá, algunos quieren teta y sopas y suspiran por poder oír misa y repicar. Juraríamos que muchos de los catalanes partidarios de la independencia no lo son tanto a la hora de buscarse la vida al margen de España. Me recuerdan estos señores a esos hijos de familia que se independizan de sus padres para no contribuir a la economía familiar ni tener que acatar las normas de la casa, pero que  siguen comiendo la comidita de mamá cuatro o cinco días por semana y todos los sábados siguen llevando la ropa sucia a la casa paterna  para que se la laven y se la planchen. ¡No!. No me opongo a que los catalanes se separen de España, pero antes tienen que comprender y aceptar que situarse fuera de España implica no esperar que Barcelona siga siendo la capital mundial de la edición de libros en lengua española. Fuera de España implica que muchos españoles preferirán comprar un coche fabricado en Valladolid, Valencia o Vigo antes que uno salido de una fábrica de Barcelona. Fuera de España implica que serán cientos de miles los titulares de cuentas de la Caixa que las cancelen para llevar sus dineros y sus nóminas a otras entidades. Fuera de España implica que las empresas con domicilio fiscal en Cataluña serán foráneas para España y para los españoles. Fuera de España es fuera de España, mis queridos compatriotas catalanes. Y no creo que necesitemos recordar a los orgullosos señores de las cuatro barras de sangre que para ser miembro de la Unión Europea hay que contar con la opinión favorable de los demás países, España entre ellos.