martes, 26 de marzo de 2013

De las mamandurrias y otros gozos.


De las mamandurrias y otros gozos.

Publicado por primera vez el lunes 19 de marzo de 2012.

Pero de la más candente actualidad. Digo yo. 

Dice la Academia que las mamandurrias son los salarios que se cobran sin haberlos ganado. Viendo lo que acontece diariamente en esta nuestra triste España, una sencilla reflexión me ha llevado a concluir que lograr una mamandurria es la máxima aspiración de un buen número de nuestros conciudadanos, fervorosos creyentes todos ellos de que el trabajo es un castigo divino, y que, gracias a nuestra singular organización jurídico político administrativa, son muchos, muchísimos, los que ven satisfecha tan lúcida, e incluso piadosa, aspiración.
El inventario de los "puestos de trabajo" que tienen como única obligación el poner la mano cada primero de mes para recibir un estupendo estipendio es inconmensurable. Se trata de un listado que abarca entre otros muchos a nuestros ínclitos senadores, que para nada sirven, a los miembros de los consejos de administración de las más diversas empresas públicas y semipúblicas, a los altos cargos de esos cientos de fundaciones, observatorios y otras muchas entelequias con las que se han adornado nuestras administraciones, a los mil asesores pagados por el erario público que rodean a nuestros políticos, politiquillos y politicastros desde el mismo momento en que ocupan sus cargos, y no digamos al sin número de liberados sindicales que, como sanguijuelas sedientas, chupan los jugos de los presupuestos públicos y privados sin dar nada útil a cambio. ¡Cobrar sin trabajar! ¡Demostración hispánica de inteligencia! ¡Tonto el que curre!
Y si no quedase más remedio que trabajar para cobrar, habrá que "optimizar los rendimientos": En cuanto uno de nuestros conciudadanos es elegido alcalde de su pueblo, aprovecha el primer pleno municipal para proponer la consabida subida de sueldo, de la que él será el primer beneficiario. Los padres de la patria, diputados y diputadillos de todos los colores, se afanan por lograr que los presupuestos de las cámaras carguen con sus jugosos planes de pensiones, con sus nada modestas dietas y con todos los gastos que "sus señorías" puedan, mal que bien, aducir. Coches oficiales, viajes "gratis total" en trenes y aviones, gastos de representación sin control, gimnasios y saunas de uso exclusivo, son algunos de los gajes que adornan eso que irónicamente se suele llamar "servicio público".
A nuestros nuevos gobernantes se les llena la boca de palabras tan altisonantes como "austeridad", "control", "reducción", "honradez", cuando hablan de las reformas que van a acometer. Ojalá podamos ver algún día semejante maravilla, pero hay algo en el fondo de mi ser que me obliga al pesimismo. Mucho me temo que el PP del Sr. Rajoy no será distinto de lo que ya hemos visto muchas veces en estos treinta años. Una vez que los señores ministros, secretarios de estado, directores generales, consejeros, vice consejeros, etc. etc., estén bien asentados en sus poltronas, la tradición de las mamandurrias mostrará su poderío y todos ellos se dedicarán sin ningún recato a repartir sinecuras y prebendas, a "colocar " a sus parientes, amigos y colegas. A fin de cuentas, ¿Qué importa? Paga el Estado. ¡Lo malo es que Estado somos tú y yo, mi querido amigo!