domingo, 30 de noviembre de 2014

A propósito de la putrefacción nacional.

Traigo aquí otra entrada antigua que mantiene plena actualidad.  Se podría enriquecer, ciertamente, con "tarjetas en negro",  barcenerías vomitivas, podredumbre sindical y otras pestilencias nacionales.
Hay que ser muy optimista para ver la salida del túnel a pesar de la pléyade  de nuevos líderes y lideresas. Pese al firme propósito de no volver a escribir sobre la actualidad política nacional, limitada al separatismo y la corrupción, no tendré más remedio que escribir algún día unas lineas sobre esos nuevos profetas que nos prometen "Días  de leche y miel".

viernes, 13 de enero de 2012


Días de caviar y coca.

Pocos españoles de bien habrán dejado de sentir repugnancia al oír una y otra vez en los noticiarios de radio y televisión la voz gangosa de Ricardo Costa Climent diciéndole a Álvaro Pérez, conocido como en el mundo de la basura y la podredumbre como el Bigotes, "necesito cien gramos de caviar...   para la cena de nochebuena".  Estas líneas  las escribe alguien que se encuentra entre aquellos que no pueden ni podrán comprender jamás que un partido político, en este caso el Popular,  admita en sus filas, confíe puestos de responsabilidad y, llegado el caso, proteja, a individuos que, en cuanto abren la boca, son fácilmente encajables en la categoría de los seres babosos y rastreros. Pero el señor Costa no está solo en el mundo de la inmundicia. El juicio que se desarrolla en Valencia está siendo demoledor para los encausados y, tras las declaraciones de los testigos y la audición de la grabaciones, es difícil entender como el señor Camps pudo llegar a ocupar la presidencia de la Generalidad valenciana. Está quedando claro que el señor de los trajes carece, no solamente del mínimo de integridad exigible para alcanzar tan alta magistratura, sino también de la inteligencia necesaria para saber lo que, en su propio beneficio, le hubiese convenido hacer una vez desencadenado el lastimoso affaire de su fondo de armario. Nadie sensato piensa hoy que la falta de ejemplaridad, que diría la Casa del Rey, de los señores Camps y Costa se haya limitado a recibir regalos de mediano valor y dudoso origen a cambio de nada. Fuere el que fuere el resultado del juicio, la sombra del cohecho, del enriquecimiento ilícito, de la financiación ilegal del partido, de la corrupción en el más amplio de los sentidos, tardará mucho tiempo en abandonar a los políticos del PP valenciano, que se empeñaron en defender lo indefendible impulsados seguramente  por ese "espíritu de cuerpo" que tan extendido está entre nuestros políticos y que tanto daño ha hecho y hace al país.
Pero lo que más entristece a muchos es saber a ciencia cierta que ninguno de los partidos políticos que dicen servir el buen gobierno de nuestras instituciones resiste el más somero análisis de su gestión sin tener que repartir previamente pinzas para la nariz. Los "cien años de honradez", que según los miembros del PSOE eran la garantía que presentaba su partido en 1977, fueron el preludio de cuarenta años en los que la corrupción ha sido la constante identificadora de los gobiernos del puño y la rosa. La Cruz Roja, el Boletín Oficial del Estado, RENFE, la Guardia Civil, fueron algunos de los organismos en los que los gestores colocados por Felipe González nos dieron unas lecciones magistrales del arte de las mangancias y los latrocinios. Los negocios de "el henmamo de su henmano" dieron al traste con cualquier pretensión que pudiera haber tenido Alfonso Guerra de pasar "limpio" a la historia. Pero quizás seamos los andaluces los que hemos tenido que contener las arcadas  más veces. Los cuarenta años de gobierno socialista en nuestra comunidad han estado jalonados por mil escandalosos asuntos que ni siquiera el poder omnímodo del régimen, encabezado durante una eternidad por mi paisano Manuel Chaves, pudo evitar que saliesen a la luz. El heredero de Chaves, el muy anodino señor Griñán, está pasando los últimos meses de su reinado chapoteando en el fango de los ERE, de los negocios del Clan Chaves y de los mil asuntos sucios de los munícipes socialistas. Nadar en ese cúmulo de basura no debe ayudarle a conciliar el sueño, pero lo que quizás le esté obligando a  tomar cada noche una buena cantidad de somníferos es el salto a la luz pública del asombroso negocio del antiguo Director General de Trabajo de la Junta, Francisco Javier Guerrero, y  su chofer, Juan Francisco Trujillo. El glorioso y afamado director general de los ERES, que durante una decena de años manejó con la liberalidad de un Craso muchos millones de euros del erario público en beneficio de sindicalistas y amiguetes diversos, concedió a su conductor "subvenciones fáciles" por más de un millon de euros  y luego los dos compartieron  amigablemente la cocaína y otras "delicias" compradas con tan honorables dineros. El asunto es tan repugnante que hasta el más infame de los socialista no podrá dejar de sonrojarse cada vez que vea los titulares de los periódicos.
Triste país el nuestro que, tras cuarenta años de "democracia", solamente ha conseguido llegar a estos alegres "días de caviar y coca".