miércoles, 10 de febrero de 2016

PODEMOS

Cuando en la Puerta del Sol  se iniciaba el parto del monstruo yo escribía en Facebook:



15M

Estamos asistiendo al paradigma de la estupidez social. Si tuviésemos que creernos lo que nos están diciendo mañana. tarde y noche, unos cientos (o miles, es lo mismo) de individuos tocando la guitarra en la Puerta del Sol, no solamente que ellos  son una muestra del descontento social (que seguro que lo son con todas las de la ley) sino que ellos tienen la única solución de todos nuestros problemas, estaríamos dados. 
Las redes sociales con su cómodo anonimato y los periodistas con su necia necesidad de titulares llamativos han creado un monstruo que los políticos estarán obligados a destruir tarde o temprano. 
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A punto de cumplirse los cinco años del "glorioso evento" (como lo calificarán sin duda insignes exegetas del podemismo) los hechos demuestran que nuestros próceres no solo han sido incapaces de destruir al monstruo sino que, guiados unos por la errónea creencia de poder obtener renta política del caos y otros por la incapacidad de interpretar el aviso a navegantes que en la Puerta del Sol se pregonaba a todos los vientos, lo han nutrido de forma admirable. Algunos, como I.U. y en menor medida el PSOE, pensaron que halagando a los demagogos y potenciando sus protestas podrían debilitar a la derechona, lease PP, y fortalecer sus posiciones. Otros, fueron incapaces de entender la desesperación y la ira de una buena parte de la población castigada hasta la tortura por la situación económica del país, crisis financiera, errores heredados y medidas correctoras del gobierno incluidos. 

El monstruo ha crecido robusto y desmadrado. Una confusa amalgama de filósofos de salón, profesores universitarios de tercer nivel, juezas y jueces neojusticieros, generales antimilitaristas, jóvenes parados sin presente ni futuro, ejemplares punteros de la generación nini, segundones postergados de los más variopintos partidos, habilísimos vendedores y vendedoras de milagrosos ungüentos crecepelos y mágicos bálsamos de Fierabrás, está ocupando el poder en las ciudades más importantes y se dispone a tomar el cielo por asalto, como lealmente nos anunciaron en su debido momento.

Para mayor inri de la sufrida España, el resultado de las últimas elecciones unido a la excepcional figura  de Pedro Sánchez  (excepcional por su enorme ansia de poder y por su escaso sentido del estado) están a punto de abocarnos a una situación que puede ser un intermedio entre la Grecia de Tsiritsa y la Italia de Berlusconi, con un fanático y un ególatra compartiendo (y compitiendo) el gobierno. 
¡¡Que los dioses nos protejan!!

martes, 2 de febrero de 2016

Por siempre Cataluña

 Creo que merece la penar recordar  algunas cosas : Eterna  realidad de un pueblo maltratado


Repasando el blog.  Febrero del 2016



jueves, 9 de enero de 2014


Cataluña en el recuerdo

Los acontecimientos protagonizados durante los últimos meses por el Sr. Mas y sus adláteresrefuerzan la actualidad de lo que yo escribía en este blog hace bastantes semanas: 

 

domingo, 23 de septiembre de 2012



Adiós, Cataluña, adiós.

Una multitudinaria, y bien organizada, manifestación independentista ha venido a recordarnos a todos los españoles algo que muchos de nuestros líderes no quieren oír pero que los políticos catalanes, y la inmensa mayoría de los directivos y portavoces de las instituciones publicas y privadas de Cataluña,  nos vienen repitiendo día tras día, mes tras mes, año tras año: Cataluña no tiene encaje en España. Los catalanes no se sienten españoles. Cataluña está siendo expoliada por España. Cataluña tiene derecho a un estado propio. Cataluña quiere ser independiente de España.
No creo que  sea conveniente, ni viable, obligar a nadie a ser español, ni francés ni catalán, y todos los nacidos en España tenemos derecho a renunciar a la nacionalidad y buscar mejor acomodo en el concierto de los pueblos. Otra cosa es la segregación de un territorio, que durante muchos siglos ha formado parte de un estado, para constituir una nueva nación independiente. Cataluña no es una finca de los partidos políticos y si existe una titularidad de los derechos de propiedad del territorio esta corresponde a todos y cada uno de sus habitantes. No creo que todos los catalanes sean partidarios de la separación de España y me preocupa la manera en la que sería posible, llegada la secesión, salvaguardar los derechos de los que se sienten españoles. No sé, ni creo que nadie sepa, cual sería el tanto por ciento de independentistas necesario para justificar moralmente la toma de una decisión de tanta transcendencia para unos y otros. Es claro que los políticos arrimarán a sus sardinas las condiciones para que las mayorías necesarias se dispongan como convengan a sus intereses, sin reparar en zarandajas morales y otras cuestiones humanas políticamente intrascendentes.
Con la misma timidez y la misma dispersión de siempre, dirigente políticos e intelectuales de todas las raleas han salido al paso de la reclamación catalanista con los argumentos mil veces repetidos: La falsificación de la historia que hacen los nacionalistas, el victimismo económico carente de fundamento, la imposibilidad legal de la secesión, la solución federal de los problemas del estado, etc. etc. Es increíble que señores tan sesudos no se hayan percatado todavía de que el independentismo actual de Cataluña, y el de otras regiones de España, está blindado ante la razón y es insensible a las razones. Treinta años de lavado de cerebro en las escuelas y la utilización masiva de los caudales públicos en favor de todo lo catalán y en contra de todo lo español, han hecho surgir nacionalistas radicales incluso en familias de inmigrantes  cuyas raíces están aun muy vivas en otros lugares de España. Creo que es inútil intentar remediar ahora lo que los errores de nuestra, tan alabada como colmada de barbaridades, transición a la democracia estropeó. Para desgracia nuestra, la cosa ya no tiene arreglo.
Tal como, con otros fines, afirmaba hace pocos días el Sr. Mas, creo que somos muchos los españoles que estamos cansados. Estamos cansados de la reivindicación continua de privilegios económicos por parte de esas que se convino llamar nacionalidades históricas. Estamos cansados de que se nos considere responsables malintencionados de pretendidas desgracias ajenas. Estamos cansados de someternos a las extorsiones de unas gentes que extienden una mano para exigirnos dinero y con la otra nos hacen higas y cortes de manga. Estamos cansados de que se nos ofenda sistemáticamente atacando nuestros símbolos nacionales mientras se nos pide que respetemos y reverenciemos los ajenos.  Creo que ha llegado el momento de que los catalanes, que siempre han exigido el derecho a decidir, decidan:  Una de dos. O dentro de España en igualdad con el resto de los españoles o fuera de España.
Pero una cosa debe quedar clara:  Fuera de España significa fuera de España. Me producen estremecimiento algunas de las cosa que hemos oído en el pasado y que se están repitiendo estos días: Según algunos políticos  de C. y U. y de otros partidos catalanes, la Cataluña independiente mantendría unas relaciones muy estrechas con España y, atendiendo a algunos significados líderes del mundo del fútbol, aunque Cataluña llegue a ser independiente y con federaciones deportivas propias, el Barcelona seguirá compitiendo en la liga  española de fútbol. etc. etc.  Vamos allá, algunos quieren teta y sopas y suspiran por poder oír misa y repicar. Juraríamos que muchos de los catalanes partidarios de la independencia no lo son tanto a la hora de buscarse la vida al margen de España. Me recuerdan estos señores a esos hijos de familia que se independizan de sus padres para no contribuir a la economía familiar ni tener que acatar las normas de la casa, pero que  siguen comiendo la comidita de mamá cuatro o cinco días por semana y todos los sábados siguen llevando la ropa sucia a la casa paterna  para que se la laven y se la planchen. ¡No!. No me opongo a que los catalanes se separen de España, pero antes tienen que comprender y aceptar que situarse fuera de España implica no esperar que Barcelona siga siendo la capital mundial de la edición de libros en lengua española. Fuera de España implica que muchos españoles preferirán comprar un coche fabricado en Valladolid, Valencia o Vigo antes que uno salido de una fábrica de Barcelona. Fuera de España implica que serán cientos de miles los titulares de cuentas de la Caixa que las cancelen para llevar sus dineros y sus nóminas a otras entidades. Fuera de España implica que las empresas con domicilio fiscal en Cataluña serán foráneas para España y para los españoles. Fuera de España es fuera de España, mis queridos compatriotas catalanes. Y no creo que necesitemos recordar a los orgullosos señores de las cuatro barras de sangre que para ser miembro de la Unión Europea hay que contar con la opinión favorable de los demás países, España entre ellos.


sábado, 27 de octubre de 2012



Mis mejores deseos para Cataluña.

Muchas veces he manifestado la inconveniencia y la imposibilidad de obligar a nadie a sentirse español. Los catalanes parece que están llegando, de forma casi unánime, a un acuerdo para denostar a España y a todo lo que de ella les llega y para reclamar un estado catalán independiente, estado que sin lugar a dudas estará preñado de bienestar y progreso.
Yo no me siento ya con fuerzas para intentar rebatir los argumentos en que asientan esas falsas historias de Cataluña y España que, gracias a una impresionantemente bien implantada Formación del Espíritu Nacional (espíritu catalán y nación catalana, naturalmente), han impregnado el alma de una población que, curiosamente, está formada en más del cincuenta por ciento por inmigrantes del resto de España y sus descendientes de primera y segunda generación. Tampoco me considero capaz de rebatir esa falsa historia económica que convierte a los catalanes en las víctimas humilladas  de una depredación implacable, practicada por los castellanos y sus adláteres (léase, por los españoles todos) desde el principio de los tiempos. Creo que a los cantos patrióticos y las leyendas  histórico-políticas de ese pueblo cultísimo, martirizado por muchas generaciones de sádicos celtibéricos carentes del seni catalán, solamente podemos responder con nuestros mejores deseos para la nueva nación  y, una vez se consume la secesión,  esforzándonos en olvidar lo antes posible de la agresión constante a la que nos han sometido durante decenios.
Deseo de todo corazón  que los catalanes puedan vender todos sus productos, agrícolas e industriales, sin tener que rebajarse tratando con miserables compradores españoles. Deseo a los catalanes con el alma en la mano que, en enaltecimiento y protección de su lengua, sus gobernantes prohíban la impresión, en todo el territorio catalán, de escritos en lengua española  y castiguen con penas de prisión, o con la amputación de una oreja, la difusión de cualquier mensaje en tan repugnante idioma. Deseo fervorosamente que los catalanes encuentren una droga que ingerida por niños y adultos (obligatoriamente, claro) les haga vomitar cada vez que, inconscientemente, pronuncien una palabra en la lengua de Cervantes. Deseo sinceramente a los catalanes que los alemanes tengan a bien cambiar el nombre de SEAT por el de SCAT, aunque resulte menos eufónico, y que estén igualmente de acuerdo en reducir la producción de la fábrica de Martorel para adaptarla a la pérdida del despreciable mercado español. Deseo a los catalanes sin ninguna doblez que puedan transformar La Caixa en el Banco Nacional de Cataluña, aunque algunos españoles cancelemos nuestras cuentas. Deseo venturosamente a los catalanes que los ugandeses, libaneses, malteses y otros grandes pueblos declaren el puerto de Barcelona de interés para sus naciones, y así poder compensar la previsible disminución del tráfico de esa instalación marítima cuando deje de ser una de las más importantes puertas de España. Deseo cordialmente que los Catalanes encuentren la forma de que el AVE (deberán cambiarle el nombre, naturalmente, ¿AVC?) que comunica sus cuatro capitales de provincia logre alguna subvención (de Arabia Saudí, por ejemplo) para poderlo mantener en funcionamiento cuando el resto de los españoles dejemos de costear su déficit. Deseo ardientemente a los catalanes que los franceses cambien sus gustos en cuestión de chacinas y embutidos para que los señores de Casa Taradellas, Casademont, y otros muchos industriales, tengan la posibilidad de vender sus salchichones y butifarras antes de que se pudran en sus almacenes. Deseo con la mayor humildad que todos los vinateros del Penedés  encuentren mercado para sus tintos, blancos  y espumosos sin tener que entenderse con los tiranos incultos que durante siglos han esclavizado a su pueblo y se han bebido sus caldos. También deseo a los catalanes que su red de embajadas crezca hasta abarcar el universo entero y que la lengua catalana sea adoptada por la ONU como lengua única y oficial para la concordia universal.  Deseo igualmente que los catalanes disfruten la rebaja de impuestos, la subida de pensiones, las mejoras sin límites en la protección social, que el señor Mas y sus colegas les han prometido para el ansiado momento en que la noble tierra de las cuatro barras de sangre sea ya la Tierra prometida y los catalanes hayan arrebatado a los judíos su condición de pueblo predilecto del Creador. Deseo finalmente que los catalanes puedan cantar armoniosamente el himno de los segadores cuando crucen  los umbrales de la nueva Jerusalén llevando a la cabeza a su Moisés barcelonés (el abad de Monserrat a la limón con don Oriol Pujol escoltarán al Sr. Mas que marchará bajo palio de oro y brocado portado por legítimos herederos de Wilfredo el Velloso). ¡Gloria a la Nueva Cataluña! ¡Alabado sea el Señor y bendito su Santo Nombre!