viernes, 30 de septiembre de 2011

El autobús descapotable.

Descapotable: "Dícese del coche que tiene capota plegable" (DRAE). Algunos preferiríamos una definición más abierta; de acuerdo con las reglas de nuestra lengua, descapotable debería ser todo aquello a lo que se le puede quitar la capota. De algunos años acá,  se me ha exacerbado la sensibilidad ante las aberraciones en el uso de la lengua y ante la indiferencia que muestra la sociedad para esos desaguisados.  Estamos aceptando sin apenas resistencia que el término "clima" sustituya a "tiempo" en el discurso de muchos periodistas, con su inevitable contagio al resto de la población. No es de recibo que cuando en Málaga una tormenta altera la marcha de algún acontecimiento deportivo se diga que el responsable del desaguisado haya sido "el clima adverso". Por mucho que llueva algunos  días, y por mucho que insistan los medios de comunicación, el clima de nuestra costa mediterránea no merece el calificativo de adverso más que para actividades tan especiales como la cría del oso polar. La barbaridad se incrementa cuando el problema ya no es el "clima adverso" sino la "climatología adversa"; en ese caso no solamente se confunden los conceptos sino a estos con las ciencias que los estudian. Con igual horror deberíamos contemplar como el término "internacional" está sustituyendo a "extranjero" en muchas informaciones. La moda no se limita a los comentaristas deportivos, ya que esta nueva acepción de "internacional" ha encontrado gran acogida en otros muchos sectores y podemos oír y leer cosas tales como: "... en el congreso han participado más de trescientos especialistas, tanto españoles como internacionales."   Volviendo sobre el título de esta entrada, la utilización aberrante de "descapotable" en lugar de "descubierto"  me sorprendió por primera vez durante las celebraciones del triunfo de España en el campeonato mundial de futbol.  Una y otra vez pudimos oír a algunos comentaristas deportivos hablar del recorrido que hizo nuestra selección nacional de futbol por el centro de Madrid en "autobús descapotable". Lo que en su momento me pareció el error de unos determinados informadores se ha extendido como el aceite y, de entonces acá, otros muchos clubs y selecciones deportivas se han paseado en tan curioso vehículo por las calles de España. Me gustaría que los que, por la naturaleza de su  profesión, se han convertido en los grandes enseñantes de nuestra lengua  no la "descapotasen" con tanta alegría. Quizás debería ser obligatorio que en los periódicos y en las emisoras de radio y televisión alguien estuviese encargado de reconducir por el buen camino a estos desenfadados "innovadores de la lengua".
P.S. Los periodistas no son los únicos que machacan la lengua, buscando en la red hemos encontrado una buena cantidad de anuncios de alquiler y venta de  "autobuses descapotables"

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