domingo, 23 de octubre de 2011

La violencia que viene

Varios amigos me han hecho ver que si Rubalcaba llegase a ser el beneficiario de las últimas nueces de ETA nos podríamos dar con un canto en los dientes. La multitudinaria manifestación de "patriotas" que ayer tuvo lugar en Bilbao nos invita a meditar sobre el futuro inmediato. El tándem Zapatero Rubalcaba, y todo el partido socialista, confía en que el "logro de la paz" reste votos a los populares y los aleje de la mayoría absoluta que predicen las encuestas, puede que acierten.  Ellos saben que tienen más posibilidades de encontrar socios para un gobierno de coalición que los del partido de la gaviota. Pero el gran problema para España no es que el PSOE siga gobernando, sino la dificultad que encontrará el gobierno que nazca de las elecciones, sea del color que sea, para reconducir la situación a la que se ha llegado en el País Vasco. Las nueces de ETA tienen su dueño y las pocas que pueda recoger Rubalcaba no tendrán demasiada importancia. No hay que ser adivino para pensar que en las elecciones generales la izquierda nacionalista vasca, llámese Batasuna, Sortu, Bildu o Amaiur, va a conseguir una amplia representación en el Congreso. También es predecible que en las elecciones autonómicas del 2013 los "abertzales" se pueden convertir en la primera fuerza política del País Vasco, desbancando incluso al PNV de su tradicional posición hegemónica. Zapatero, que a lo largo de las dos legislaturas de su mandato se planteó como principal objetivo acabar con el descontento de los nacionalistas y pasar a la historia como el gran pacificador de España, ha conseguido justamente lo contrario.  Armado con su "talante" conciliador acometió una serie de iniciativas, como la del estatuto catalán, cuyos brillantes resultados podemos resumir en pocas palabras: El descontento y la agresividad de los nacionalismos, radicales y moderados, ha alcanzado sus cotas máximas desde los días de la transición. ETA ha dejado de matar, pero sus tentáculos políticos, legalizados gracias la contubernio del gobierno y el tribunal constitucional, se han instalado en la estructura político administrativa del País Vasco dispuestos a utilizar el poder legítimamente ganado en las urnas sin contemplaciones ni cortapisas legales. Todo el que no tenga cerrados los ojos  puede ver como, con la complacencia de los partidos supuestamente moderados, ya han comenzado a presionar para conseguir sus objetivos. Creo que, en contra de esa confianza en la llegada de un futuro de convivencia en paz que muchos quieren ver en el comunicado de ETA, al País Vasco le esperan tiempos de violencia. El fin de la "lucha armada" no va a significar el fin del fanatismo excluyente ni de la barbarie tribal; a los vascos no nacionalistas ya no los van a matar pero les van a imponer la ley del silencio. Si alguno no lo cree. ¡Al tiempo!

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